Hace cinco años que se retiró de la alta competición. Lo hizo a su manera, en la cumbre del éxito, con la única medalla de la lucha olímpica española. Maider Unda sigue siendo el referente, porque el vacío de su ausencia aún no ... ha encontrado una o varias sustitutas. La complejidad del relevo generacional se puede sopesar de una manera más evidente en disciplinas minoritarias como este deporte. La vitoriana sigue fiel a su filosofía. Su lucha dio sus réditos deportivos. Ahora intenta trasladar su experiencia a los que empiezan y lo compatibiliza con su caserío Atxeta y la producción de queso. La pandemia también la ha obligado a reinventarse. Siempre ha sido el sino de la de Olaeta.
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– Cinco años después de anunciar su retirada, ¿cómo es su vida?
– Pues es la vida que tenía planificada tras dejar el deporte de alta competición. Esa vida me absorbe totalmente. Tengo una hija, un trabajo en mi caserío que me exige mucha dedicación y en lo que sabía que me enfocaría al cien por cien. Hago poco deporte, pero poco. Hacía condición física pero con la pandemia se cortó todo. Salgo a correr con los perros, alguna caminata por el monte, pero no mucho más.
– ¿Echa de menos el deporte de alta competición?
– Fíjate, casi no hago deporte, y con la pandemia menos. Yo tenía claro que quería llegar a mi máximo en la lucha y que para ello tenía que estar en mi máxima plenitud. A medias no iba a seguir. Y ese gusanillo que te queda lo mantengo siguiendo las competiciones por Internet, no siempre, soy sincera, porque también consumo otros deportes. Soy super fan del bádminton y de Carolina Marín, me encanta. Es una luchadora, muy humilde y que todo lo que ha conseguido es por su gran esfuerzo. También me gusta el tenis, le sigo a Garbiñe Muguruza. En mi casa siempre ser ha visto mucho deporte.
– En este lustro ¿ha cambiado mucho la lucha?
– Sí, claro. Cuando lo dejé ya había un cambio de reglamento y de estrategia, sobre todo. Y sobre todo, está cambiando la gente, hay relevo. De mi época se han retirado casi todas, pero queda alguna dando los últimos coletazos, como a la que le gané la medalla de bronce en los juegos de Londres, Vasilisa Marzaliuk.
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SU EXENTRENADOR
CONSTANCIA
– ¿Cuál es el legado de Maider Unda actualmente?
– Bueno, mi carrera como deportista ahí está. Y mi compromiso por seguir ayudando en todo lo que pueda en la formación de los chicos y chicas. Pero está claro que el trabajo lo tiene que hacer alguien y ahí está Luis Crespo, creando una cantera de presente y futuro. Tiene mucho valor todo su esfuerzo por seguir fomentando este deporte. Si no fuera por él, la lucha sería residual o habría desaparecido, al menos en Álava. Su vocación es absoluta, porque él nació para la lucha y morirá con la lucha.Yo vengo cuando puedo a los entrenamientos, también estoy en la Junta directiva de la federación española de lucha, ya que con el cambio de presidencia, hemos entrado un grupo de mujeres que queremos cambiar la visión de cómo dirigir este deporte.
– ¿Se puede explicar la sensación de vacío en la lucha tras su retirada?
– Es difícil explicarlo, porque las nuevas generaciones no entienden el deporte como yo lo entendía. Hay que saber sacrificar muchos años. No es un año ni dos ni tres y que vengan los éxitos, si llegan. Hay que saber estar en las buenas y las malas. Y sobre todo, en las malas, porque en las buenas está todo el mundo. Yo en las malas, he tenido a mi entorno, a mi familia y he sabido gestionarlo. Tuve claro que yo iba a apostar por este deporte y fui consecuente con esa apuesta que llevé hasta el final.
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– Cuando echa la vista atrás, ¿cambiaría algo de su carrera deportiva?
– No. Creo que fue mucho de ensayo y error (risas). Tuvimos que aprender a detectar los errores para no volver a repetirlos. Si conseguimos todo lo que conseguimos fue porque sabíamos que estábamos en el camino y que íbamos a llegar. Lo fundamental y lo único que teníamos claro era que sabíamos que íbamos a llegar y esa fe nos llevó a esa medalla (Londres 2012). Aunque tengo claro que, sin medalla, las cosas habrían sido diferentes. Yo ya sabía qué significaba un quinto puesto en Pekín, poca o ninguna repercusión, a ser respetada en cuanto me subí al podio cuatro años después. El enfoque es diferente.
– ¿Sería un error empeñarnos en crear más Maider Unda para este deporte?
– Es un error absoluto. Maider Unda ya no va a volver. Vengo de unas condiciones diferentes que no se van a volver a repetir. Hay que buscar otros perfiles, atender a las prioridades de los o las deportistas que apuesten, que les apasione.
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– Es una superviviente y lo ha vuelto a demostrar en esta pandemia.
– Es un momento buenísimo para fortalecer la mente. El que sepa aguantar todo esto, saldrá mucho reforzado psicológicamente. He tenido unas subidas y bajadas emocionales brutales. Cuando se suspendieron todas las ferias, tuve que replantearme mi trabajo porque yo tenía que vender mi queso. Así que me puse como una loca con las redes sociales y empecé a hacer reparto a domicilio. El resultado fue que vendí toda la producción. Me he reinventado totalmente porque no me ha quedado otro remedio. Así que también abrí mi caserío Atxeta a visitas guiadas. Llegué a tener cuatro por día. Esta es mi personalidad, adaptarme a las circunstancias. A veces, no te conoces a ti misma, hasta que te ves en la tesitura.
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