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Viene de proclamarse subcampeona de Europa de kick boxing con solo 14 años en la categoría cadete de más de 65 kilos. Es vizcaína, aunque su vida académica y deportiva le ata a Álava. Luchadora y jugadora de baloncesto de Araski, dos disciplinas ... que consigue hacer compatibles y que le ofrecen dos perspectivas diferentes: el deporte en equipo y la dureza de una modalidad individual y de mucho contacto. En la localidad húngara de Gyór, donde se disputó el campeonato de Europa, fue la única representante vasca. El viaje se lo pagaron sus padres. El esfuerzo familiar compensa la falta de ayudas y ausencia de patrocinadores para competir a nivel internacional.
La historia de Izaro Blanco está ligada directamente al deporte, que empezó a practicar desde muy niña. Con cuatro años se sumergió en el kickboxing «como un juego, y porque mi hermano también lo practicaba». En el baloncesto, con siete años, «por la necesidad de compartir experiencias con otras compañeras y competir en equipo». En ambos casos, nuestra protagonista destaca y ha demostrado que tiene aptitudes para encaminar su vida hacia el deporte, «aunque la prioridad son mis estudios. Quiero hacer IVEF o Educación Física», apunta con rotundidad. Solo tiene 14 años, pero se expresa con madurez. El deporte le llena. «Es mi válvula de escape. Si estoy una semana sin hacer deporte me pongo muy nerviosa. No puedo concentrarme. Con estos deportes descargas todo lo que tienes en la cabeza», afirma.
Izaro luce orgullosa sus medallas de plata y bronce en las modalidades de Kick light y Light Contact respectivamente.
–¿En qué se diferencian?
El Ligth Contact es combate continuado y controlado mientras que el Kick Ligth es combate continuado, controlado y con técnicas de pierna a las piernas, con formas (movimientos técnicos continuados) y formas musicales (con melodías). Esta es la respuesta técnica, aunque Izaro nos traslada una definición mucho más precisa. «En Ligth Contact, en la categoría cadete, son dos asaltos de 2 minutos y son patadas y puñetazos por encima de la cadera y en el Kick Litht se suman patadas bajas de rodilla a cadera».
Suena duro. Aunque como todo, se ejercita. «Los entrenamientos son intensos y consisten en recibir y dar patadas para no hacerte daño. Las patadas bajas se dan con la tibia. Hay que aprender a dar y recibir las patadas, saber contraatacar», explica esta deportista que se multiplica también para competir con el equipo infantil de Araski , aunque este año cambiará de club y se marchará al Ibaizabal «porque me pilla algo más cerca de casa». Izaro vive en Orozko, estudia en Vitoria y forma parte del gimnasio Ying Yang bajo las órdenes de su entrenador Javier Lezkano. Sabe lo que es sufrir, puesto que detrás del lustre de los dos metales que se ha traído de Hungría hay una lesión que le impidió avanzar más en la competición de su categoría cadete de 14 y 15 años en más de 65 kilos.
«Tengo un desgarro en el tobillo. Me lo produjo en la eliminatoria de Light Contact, donde llegué hasta la semifinal contra una rival húngara. Ahí me lesioné y no pude acceder a la final. El bronce me sabe bien. En Kick Light, superé en cuartos a Croacia, y en semifinales a Polonia, pero tuve que renunciar a la final porque mi tobillo estaba muy tocado. Creo que hice una gran competición. Me siento satisfecha», destaca la luchadora.
Detrás de este éxito se esconde el gran sacrifico familiar. El viaje a Hungría, pagado por los padres de Izaro, supone un apoyo incondicional. No será la primera ni la última vez que suceda en deportes minoritarios donde los apoyos son inexistentes. «Económicamente no tengo apoyos ni patrocinadores. Esto ha sido posible porque el dinero sale del bolsillo de mis padres. Si no eres importante, nadie te hace caso. Ahora con estas dos medallas en el Europeo, parece que hay más interés. Pero, por el momento, sigo sin ayudas. He sido la única vasca», expresa amargamente.
En un futuro no muy lejano, Izaro tendrá que elegir entre el kickboxing y el baloncesto. Aún no ha llegado su momento. Mientras la toma de decisiones se pospone, ella disfruta de sus dos pasiones que son una forma de vivir. Porque el deporte es el motor en la vida de Izaro Blanco.
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