«Cada agosto se me remueve algo por dentro»
Campeonas ·
Su medalla de bronce olímpico en Londres'12 marcó un hito en la lucha española. «Me decía: 'no puede ser, ya la tengo, es mía'»Campeonas ·
Su medalla de bronce olímpico en Londres'12 marcó un hito en la lucha española. «Me decía: 'no puede ser, ya la tengo, es mía'»Maider Unda sigue siendo la única medallista olímpica de la lucha española. Fue aquel bronce logrado en los Juegos de Londres 2012 el que cambió la historia de un deporte minoritario que, sin embargo, este año en Tokio no ha tenido representación nacional. La vida ... de la ya exdeportista alavesa ha seguido su curso. Sumergida en su caserío y en la producción del queso Atzeta Gazta, su 'queso' olímpico dio la vuelta al mundo. A punto de ser madre por segunda vez a sus 44 años, recuerda con cariño aquella presea y su dimensión.
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- El pasado 9 de agosto se cumplieron nueve años de su medalla de bronce en Londres. ¿Sigue siendo una fecha especial?
- Cada 9 de agosto se me remueve algo por dentro. Siempre lo recuerdo y pienso que fue, que está y que perdura. Ni Luis Crespo (su entrenador) ni yo éramos conscientes de hasta dónde íbamos a llegar y qué huella iba a dejar todo eso.
- Vivió dos Juegos Olímpicos (Pekín y Londres). ¿Es lo más grande a lo que puede aspirar un deportista?
- Para empezar, te diría que no tiene nada que ver la primera Olimpiada con la segunda. La ilusión de clasificarse es algo que te desborda... El simple hecho de estar en unos Juegos... Recuerdo que en lucha, clasificamos tres de España y era todo mucho más divertido. Estuvimos quince días en Pekín y nos dio para entrenar y ver otros deportes. Y la segunda vez, ya vas a lo que vas, a conseguir un resultado. Hablo desde mi experiencia. Claro que es una aspiración grande, pero te diría que en concentraciones y otras competiciones también hay momentos mágicos y se viven otras cosas.
- Siempre habla de Pekín con cariño.
- Sí, claro. La primera experiencia... Aquella villa olímpica en la que había de todo... Me dio tiempo a todo y a disfrutar de muchos otros deportes. Ver a grandes deportistas como Gasol o Nadal, cómo los acosaban los voluntarios chinos... Era increíble. O Michaell Phelps, que no daba abasto con fotos y autógrafos. Yo estaba ahí como deportista y formaba parte de esos Juegos, pero no me sentía como ellos. Es lo que tienen los Juegos, que te permiten equipararte con los más grandes. En cuanto al idioma, los chinos hablan poco inglés y nosotros nada de chino. Recuerdo que fuimos al mercado de la seda y allí nos entendíamos todos perfectamente. El idioma de las señas es universal.
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- Regresemos a aquel 9 de agosto de 2012 en Londres. ¿Guarda en la memoria los instantes previos a saltar al tapiz?
- Recuerdo que desde que pierdo el pase a la final hasta el combate por el tercer puesto fueron unas cuantas horas de espera. Me explotaba el corazón. Tenía que estar controlando las sensaciones, pero a la vez estaba deseando competir. La cabeza da mil vueltas. En Pekín me quedé quinta y sabía cuál era la sensación. No quería volver a pasar por eso. Es una lucha con la cabeza. Y luego, todo lo que visteis cuando me vi con el bronce. Me decía: 'no puede ser, ya la tengo, es mía. No se me ha escapado el sueño'. Lo sabes, pero no te lo crees en esos momentos porque es un sueño que piensas que nunca puede hacerse realidad. Fue una explosión de alegría. Después ya fui más consciente, con el control antidoping y un montón de entrevistas. Tenía tal palizón de la competición que no me podía ni mover.
- ¿Fue consciente de la dimensión que adquirió su medalla, la primera española de la lucha y su historia personal como pastora?
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- A posteriori me empecé a dar cuenta. La gente me preguntaba cómo era la elaboración de mis quesos, intenté hacer mercado (risas), pero eso es otro mundo. Está complicado. En el mercado nacional, el hecho de haber sido olímpica y medallista sí que me ha ayudado. En el internacional ni siquiera lo he intentado porque hay que pasar por mucha burocracia.
- ¿Le ha dolido mucho ver la lucha en Tokio sin representación española?
- Sí, claro. Esta sociedad no valora. Educamos en valores superficiales. Quiero decir con esto que si no nos preocupamos de que las nuevas generaciones se eduquen en el trabajo y el sacrificio, luego no puedes pretender sacar nada. Tenemos lo que se ha sembrado. Nos hemos pasado de rosca.
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