Se le ilumina la mirada con solo hablar de gimnasia. Desde los seis años, Marga Armas (Vitoria, 1975) supo que ese era su sitio, primero como gimnasta y después como preparadora. Los éxitos de Salma Solaun y Teresa Gorospe llevan la firma de un estilo ... propio durante 17 temporadas en el club Beti Aurrera.La gimnasia vitoriana vuelve a dar niñas talentosas.
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- Primero fue competidora; después, entrenadora. ¿Ha cambiado mucho este deporte?
- Empecé con 6 años de la mano de la entrenadora pionera en Álava, Fabiola Ferreira, en el primer club, que se denominó Mendizorroza. Ahí comenzamos la gimnasia federado. Entrenábamos donde podíamos, en el Beti Jai, en el gimnasio del polideportivo de Mendizorroza. Como no teníamos altura, buscamos otros lugares con suelos de piedra, con agujeros, incluso en Aguirrelanda, donde tiene su sede de la Policía Municipal. Al lado de Las Nieves, Osakidetza nos prestó un pabellón donde nos alumbrábamos con linternas. Las condiciones no eran las mejores.
- Antes, con 18 años se era mayor. Ahora, las gimnastas alargan su vida deportiva ¿Por qué?
- Todo era más rígido. Yo me retiré con 18 y ya era mayor. Los prototipos eran diferentes. Ahora se ven mujeres en el tapiz con experiencia. Ya no son tan niñas. Yo tengo gimnastas den 25 años y las disfruto mucho. Los cuerpos han cambiado, son atletas con un buen trabajo físico. Las niñas entrenan mucho y tienen que estar fuertes. Eso de que no comen es un falso mito. Cuidan su alimentación como cualquier deportista y tienen una preparación exhaustiva para evitar también lesiones y alargar así su vida deportiva.
- Hizo la transición a entrenadora muy joven ¿Cómo se ve la práctica desde el otro lado?
- Es muy diferente. Tengo 47 años, amo la gimnasia a pesar de los muchos obstáculos que he tenido en mi carrera. Tengo pasión y siempre les transmito a mis gimnastas que este deporte hay que hacerlo con alma. Como entrenadora tengo alma, la tuve también como gimnasta. Si tienes corazón y alma, puedes llegar lejos, siempre que te respeten las lesiones. Ese tránsito fue complicado. De hecho, no hay un solo día en el que no desee estar dentro del tapiz. Como entrenadora he tenido más éxitos que como gimnasta. Fueron los años más bonitos de mi vida, de compartir tapiz y vivencias con mis compañeras. Nunca se vuelve a sentir lo mismo que en esos años de gimnasta. De hecho, cuando monto coreografías, intento hacerlo más como gimnasta que como entrenadora.
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- ¿Qué gimnasta le ha marcado en su trayectoria como entrenadora?
- Salma Solaun y Teresa Gorospe son las referentes en la selección española. Estoy muy orgullosa de hasta dónde han llegado y de lo que darán en un futuro porque tienen mucho talento. Pero debo mencionar a Paula Gómez. Con ella tengo la espinita de que las lesiones no nos dejaron trabajar para explotar todo su potencial. Nunca podré saber hasta dónde habría llegado. Como entrenadora ha sido mi gran frustración. Si todo hubiese ido bien, Paula habría sido una de las grandes gimnastas de este país. Ella fue fundamental para nuestras jóvenes porque fue el referente de otras, entre ellas las propias Salma y Teresa.
- ¿Cómo valora el bronce mundial de Salma Solaun con España?
- Buff (se emociona). Primero, sentí mucho orgullo y satisfacción. Pensé que algo habré hecho bien para que Salma esté ahí logrando éxitos. Y ya cuando he podido abrazarla en Vitoria, la emoción ha sido total.
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- ¿Qué tiene Salma? ¿Es habitual que una gimnasta individual se pase al conjunto y encaje tan bien?
- No suele ocurrir pero una lesión en la rodilla le cambió el rumbo. Hoy por hoy, Alejandra Quereda es seleccionadora individual y de conjunto. En el Beti Aurrera, tanto ella como Teresa, trabajaron por igual de manera individual y el conjunto. Ellas tenían experiencia para ambas modalidades. Salma vio una oportunidad y pidió a Alejandra dar ese paso. Pensó que era ahora o nunca. Yo le dije que si la decisión la había tomado con el corazón, seguro que no se equivocaba. Y mira, bronce en el Mundial y pasaporte para los Juegos de París. Solo le he pedido que no se lesione y que se cuide (risas), porque yo ya he empezado a ahorrar para ir a verla a las Olimpiadas.
- Cuando las ve en el tapiz, ¿se percibe el estilo de su club de formación, el Beti Aurrera?
- Te diría que sí. Tienen ese sello de donde se han formado. Bueno, siguen siendo gimnastas del Beti Aurrera, aunque ahora son integrantes de la selección. Como club nos caracteriza la pasión, el alma, unas coreografías creativas, diferentes, que no dejan indiferente a nadie.
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- ¿El cambio de código cada cuatro años marca mucho?
- Es un hándicap porque no todas se adaptan igual. Yo intento formar gimnastas completas teniendo en cuenta el código pero tratando de sacar todo su potencial.
- Vitoria sigue siendo cuna de gimnasia de alto nivel. ¿Es atípico?
- Es una ciudad en la que hay muchos clubes y todos estamos desarrollando un buen trabajo de formación. Cuando las niñas tienen referentes, es más fácil el trabajo. Tuvimos a las 'Niñas de Oro', a Almudena Cid, a Paula Orive... Ahora son Teresa y Salma.
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