El fútbol femenino alavés confirma su crecimiento
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Las licencias de chicas federadas en el territorio se acercan al millar. El incremento es del 2% respecto a las cifras previas a la pandemiaLa pandemia fue una piedra en el camino para el avance del deporte en general y el del fútbol femenino en particular. Muchas jóvenes lo abandonaron pero el regreso se ha certificado en territorio alavés durante el curso 2022-23. El incremento del deporte escolar ... ha sido exponencial. La Diputación alavesa, a través de su departamento de Deporte, arroja un dato que lo explica: el 70% de escolares practica algún deporte. Entre esas cifras, 158 niñas se decantan por el fútbol. Hace dos años, la cifra apenas superaba las 80.
Las licencias federadas también han experimentado un incremento del 2% respecto a las cifras previas a la irrupción del covid. Ahora, ya son alrededor de un millar las chicas que juegan en las diferentes categorías alavesas, el 10 % de las fichas totales del balompié en el territorio. Este año, la Federación Alavesa de Fútbol ha dado un paso más con la creación de la categoría cadete federada para estructurar con más sentido la formación de estas niñas que se veían obligadas a aterrizar en Regional, donde las diferencias de edad eran abismales.
A estos datos que invitan al optimismo se suman varios factores: la vuelta a la normalidad superados los estragos del covid, la mayor visibilidad del fútbol practicado por mujeres, la presencia del Alavés en la Liga F o el brillo de referentes como Alexia Putellas, ganadora de dos Balones de Oro consecutivos. Ya no sólo se habla de Messi Ronaldo o Mbappé. Los niños y niñas empiezan a recitar de carrerilla las alineaciones del Barcelona femenino o del Atlético de Madrid.
¿Más síntomas? La primera colección de cromos de fútbol femenino ha tenido una magnífica acogida. La vieja tradición del intercambio y confección de álbumes ha regresado con una ilusión impropia de chicos y chicas educados en la era digital.
Con años de recorrido, la Real Sociedad y el Athletic siguen arrastrando público fiel a Zubieta o Lezama, amén de las ocasiones que han podido jugar en el Reale Arena o San Mamés. Con sólo dos años de recorrido en la Liga F, las Gloriosas han abierto camino a las futuras futbolistas del territorio alavés, que ven en ellas un espejo en el que mirarse. Sus referentes son cercanas, entrenan y juegan en Ibaia, donde apenas pueden reunir a 500 aficionados en sus partidos oficiales, una cuestión que parece estar en vías de solución, y la semana pasada congregaron a cerca de 7.000 personas en Mendizorroza.
Mientras, tres clubes alaveses tienen estructuras exclusivamente femeninas. Son los casos del Altzarrate en Laudio y el Hauskaitz y el Tozuga, ambos en Vitoria. Con esfuerzo y las ideas claras han sentado las bases para que la formación de las niñas tenga una coherencia, apoyada en entrenadores preparados para incidir en el trabajo técnico y táctico desde edades tempranas. Son el ejemplo de que si se apuesta por el fútbol femenino, se avanza.
El Torpedo Zuribeltz se creó en el año 2011 con tres equipos en las categorías alevín, juvenil y Primera Regional. Fue en la temporada 2013-14 cuando iniciaron su andadura femenina con un equipo de fútbol 7 para, un año después, competir en la categoría regional. Después de ser absorbidos por el club deportivo Vitoria en 2017, se decidió continuar de alguna manera. «Creamos el Tozuga porque queríamos seguir dando oportunidades a las chicas. Más allá de ganar o perder, lo importante es que tengan dónde jugar», explica Iñaki Otxoa, entrenador del único equipo que actualmente tiene la entidad.
Con cerca de 20 fichas, las edades oscilan entre los 16 y 34 años. «En nuestro caso hacemos entrenamientos normales en los que intentamos que aprendan, sobre todo, conceptos básicos del fútbol. El perfil de los entrenadores es gente cercana a las jugadoras. No todo es entrenar y jugar, también le damos mucha importancia al aspecto personal. Queremos que se sientan cómodas», apunta orgulloso el máximo responsable.
De Torpedo a Tozuga. Después de que el club original fuera absorbido por el CD Vitoria, el Tozuga nació para mantener el fútbol femenino.
Jugar por encima de resultados. Conscientes de sus limitaciones, el club abre las puertas a jugadoras de cualquier edad y condición.
El campo de La Vitoriana es su lugar de entrenamientos y partidos aunque aclara que, «no somos gente del barrio de Zaramaga, Venimos de diferentes zonas. Pero es verdad, que nos vienen a ver padres y amigos. La Regional está adquiriendo un buen nivel», apunta Otxoa. Su experiencia le dice que el fútbol femenino no tiene por qué ser tratado de una manera diferente. «Cada equipo necesita entrenamientos adaptados al tipo de jugadoras que tenemos pero se trabaja como cualquier otra categoría». Se hace hincapié en los fundamentos tácticos sin olvidar el aspecto físico.
El Tozuga quiere crecer, pero con calma. Otxoa revela que la demanda de niñas que quieren jugar ha crecido pero matiza que, «por desgracia aún hay muchas chicas que piensan que es mejor estar en el banquillo en un equipo que esté en media tabla hacia arriba que jugar todo en cualquier otro aunque este más abajo en la clasificación». Lo dice por la experiencia de estos años en los que el Tozuga ha ocupado la zona baja de la Regional alavesa. Finalizó como farolillo rojo en la liga regular ya concluida. En la competición copera también ocupan el último lugar en la clasificación.
Con visión y experiencia, desde el Hauskaitz consideraron que para la correcta formación de las niñas, el salto entre categorías no podía superar los dos años. Cuentan con equipos en benjamín, alevín, cadete, regional y Liga Vasca. «Nos falta el juvenil, que lo sacaremos el año que viene», asegura Olaia Elorriaga, presidenta y jugadora del Liga Vasca. «La idea es poder ofertar el camino completo, desde pequeñitas benjamín y alevín hasta donde lleguen. Es lo que le falta al fútbol alavés, además de los años de apuesta que ya llevan en Vizcaya y Guipúzcoa», apunta.
Actualmente, 195 niñas forman parte del club en lo que supone un crecimiento notable. «En cuanto al volumen de niñas, ahora hay más que quieren jugar o que no es tan raro que quieran jugar. Comparado con años anteriores , el crecimiento es evidente pero hay que seguir», reconoce.
En solitario. Desde esta temporada, el Hauskaitz trabaja en exclusividad lo femenino tras empezar de la mano con el San Martín en 2018.
195 niñas. Es el número que manejan esta campaña repartido entre las categorías benjamín, alevín, cadete, regional y Liga Vasca.
La creación de la categoría cadete federada ha supuesto otro estímulo y 25 fichas más de incremento. «Es una motivación para ellas, un compromiso tanto en entrenamientos como en partidos a los que no pueden faltar si no es por causa mayor. Y la opción de poder tener rivales de su edad contra las que jugar», explica Alaitz Dueñas, coordinadora y entrenadora. La mayor visibilidad y la presencia de referentes, han cambiado la situación en los últimos años. «Haber conseguido tener un equipo en Primera División como el Alavés, tener hermanos o hermanas que juegan o jugadoras referentes ayuda mucho. Cuando yo era chavala me apunté a la Gasteiz Cup porque vi un cartel por casualidad. Hoy, las chicas tienen clubes donde elegir», reconoce.
A sus 34 años, Elorriaga ha pasado por muchas situaciones. Hace dos temporadas, el club logró de forma brillante el ascenso a una categoría tan complicada como la Liga Vasca, donde la presencia alavesa se reduce a cuatro equipos. «El salto fue abismal desde Regional. Es tremendo. Lo nota quien nunca había competido en esta liga. Esta siendo duro por problemas con lesiones y poca gente. Es la tónica habitual. Cuando llegan a estas categorías, las diferencias son grandes en cuanto al ritmo mucho más alto al que se juega y la intensidad», explica.
El hartazgo y las continuidad discriminaciones que vivían en su día a día llevaron a muchas jugadoras del Laudio a independizarse y fundar un club exclusivo de chicas. «Teníamos los peores horarios y campos, además de material escaso o en malas condiciones. No era viable por más tiempo», recuerda Irune Eguiguren, coordinadora del Altzarrate. Lo que empezó con un equipo regional compuesto por chicas de entre 30 y 40 años, mezcladas con alguna joven de 14 se ha convertido en toda una institución querida y respetada en Llodio. «Ahora tenemos entre 60 y 70 niñas, con una escuela y equipos en categorías alevín-infantil, infantil y regional. Poco a poco, podremos sumar alguna más», apunta satisfecha.
Pionero. Nació en 2015 en Llodio como el primer club alavés exclusivamente de fútbol femenino. Comenzó con un equipo en categoría Regional.
Cerca de 70 niñas. La estructura cuenta con una escuela y equipos alevín-infantil, infantil y regional. La intención es seguir creciendo.
El perfil de niñas que se suman a este proyecto va desde las que tienen nociones porque juegan en el parque con niños a las que se acercan por amigas o las que empiezan por primera vez. El trabajo de base e iniciación es una filosofía que caracteriza a la entidad ayalesa. «Es fundamental para que se den los progresos. Es primordial si queremos que las niñas quieran aprender jugando, por eso es muy adecuado tener toda la base organizada en equipos y categorías. En la zona no tenemos otro club igual», confiesa Eguiguren, también jugadora del Arratia en Primera Nacional. Otro de los aspectos importantes dentro del aprendizaje es la adecuada formación de los entrenadores. «El nivel físico y técnico ha subido bastante en la categoría Regional. Tiene que ver con la formación de los entrenadores y el nivel de calidad de los entrenamientos. Nosotras creemos en la formación de las chicas y exigimos que todos los entrenadores tengan un nivel 1. Hace años no se pedía nada de esto y lo sufríamos con monitores sin apenas nociones de fútbol», recuerda.
El Altzarrate es un club convenido del Athletic de Bilbao, lo que supone también una ayuda extra. «Este convenio nos ofrece la oportunidad de que vengan sus entrenadores de base para desarrollar algunos entrenamientos y seguir aprendiendo. También es frecuente la presencia de ojeadores. Eso implica que se puedan llevar jugadoras a su estructura, siempre que ellas quieran. La conexión es muy cercana», confiesa satisfecha.
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