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Recuerdas los diferentes colores de todas tus camisetas técnicas, los distintos olores de los lugares donde practicas deporte, cómo te hace sentir el tacto de tus calcetines y la cintura de tus pantalones. Recuerdas los gritos de tu equipo o grupo de entrenamiento cuando conseguisteis ese primer objetivo. Y también seguro que recuerdas el sabor de ese gel que tomas para evitar esa fatiga limitadora.
Experimentamos el mundo y lo recordamos a través de nuestros sentidos. Son la manera que tenemos de interactuar con el medio que nos rodea. Los sentidos colaboran juntos para informar al cerebro y para que pueda crear una percepción, una imagen, un recuerdo. Luego esa información nos sirve para tomar decisiones, actuar o reaccionar. Esto es una manera muy breve de explicar su importancia. Y ¿para qué explico esto? Porque hoy os planteo una rutina que es fuente de bienestar para la mente y nos conecta con la naturaleza.
¿Cómo lograr ese estado mental en calma? El objetivo de esta rutina es activar los sentidos conscientemente a través de estímulos relajantes. Pasear por la naturaleza genera un estado de serenidad de manera natural. ¿Cómo lo logra? La propia naturaleza activa tus sentidos. La única condición para lograrlo es adentrarte en ella y rendirte a su magia. A medida que vas adentrándote en ella, la mente se concentra cada vez más y se va calmando. Cada paso que das te acerca a ese estado interno de serenidad.
Comienza por observarla, deja que te acoja. Activa tu vista. ¿Qué colores estás viendo? ¿Diferencias las distintas tonalidades del color verde? Sabrías pintarlas en un papel. Mira con atención. Ahora, acércate a un árbol. Elige el que quieras. Huélelo y tócalo muy suavemente. ¿A qué huele? Te recuerda alguna situación. Ciertos olores despiertan diferentes recuerdos emocionales. ¿Hay alguna planta aromática cerca? Esos olores reducen el exceso de activación del sistema nervioso y la respiración se va calmando. Y si la tocas, ¿cómo es ese planta? ¿Es suave, áspera, fría, húmeda? Si sigues andando y te adentras más en el camino, percibirás diferentes sonidos: el viento que mueve las hojas de los árboles, tus pisadas, diferentes sonidos de pájaros cantando...
Sin darte cuenta, tu atención ha cambiado su foco. Ha dejado de estar en esos problemas, en esas prisas y el estrés semanal. Tu atención se ha unido a la naturaleza, a sus sonidos, a sus olores. Es el mejor regalo que te puedes dar: pasear por la naturaleza. Es el lugar del que venimos y al que iremos. Ella siempre nos cuida, nos calma y nos protege. Genera ese estado interno en el que solo existe este momento, este lugar.
Y ahora que estás en ese estado de serenidad, quizás puedas ver los árboles y el bosque. Para que podamos entrar en la naturaleza de una manera y salir en ese estado de calma, recordemos la importancia de cuidarla, respetarla y no dejar ningún rastro físico.
Pruébalo, funciona.
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