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Nacida en Egino, el entorno de la Llanada Alavesa es protagonista del rodar firme de esta alavesa aparentemente frágil. Con 25 años, esta ingeniera de diseño industrial cumplió su sueño hace dos temporadas cuando el potente equipo Movistar llegó a su vida. El amateurismo ... dio paso a un profesionalismo de verdad, donde dar pedales no tuviera que costarle dinero. Con ocho años se inició en la escuela de Araia donde Luis Alberto Durán apareció en su vida. Siempre a la sombra, su entrenador y preparador físico conoce como nadie a Oyarbide. «Trabajadora, responsable y competitiva. Es una ganadora con una inteligencia privilegiada para leer las carreras», asegura de su pupila.
Lo cierto es que se conocen sin hablarse. Sobran las palabras en una relación deportiva donde los éxitos y no éxitos se comparten a partes iguales. Porque antes de subirse a lo más alto del cajón, Lourdes empezó a despuntar en edad juvenil con apenas 17 años, cuando sorprendió su quinto puesto en el Europeo junior y el décimo en el Mundial. Era el año 2011 y tras pasar por la Duranguesa, cuna de campeonas como Joane Somarriba, fichó por el Bizkaia Durango.
En 2017, la alavesa se hacía con el campeonato de España de contrarreloj, sin casi darse importancia. Porque Lourdes es una chica de humildad no forzada. En su vida, no hay postureo. Lo que vemos, es lo que es. Su sencillez envuelve, tanto como su discurso siempre coherente. Tiene varias frases de cabecera, pero si hay una que le define es la de 'sin prisa pero sin pausa'. Podría ser una líder, pero su rol en Movistar Team es el de trabajo y organización, un papel con el que dice sentirse «muy cómoda».
Hace tres años, se puso en manos de un psicólogo. El equilibrio físico y mental supone un plus para el trabajo del deportista profesional. «No podemos estar preparados para todas las situaciones difíciles que nos puedan surgir en la vida, pero sí podemos tener herramientas para superarlas».
2019 ha sido año de recogida. Una victoria en la Vuelta a Burgos, la primera UCI de Movistar, el tercer puesto en el podio de la general de la Vuelta a Turingia en Alemania. La siembra ha sido perfecta, con capacidad suficiente para sortear los obstáculos. En 2018, se rompió la clavícula. Hasta en lesiones típicas del ciclismo se ha licenciado Oyarbide. Porque la niña ya se ha hecho mayor. En Murcia, el viernes se quedó con media sonrisa tras la medalla de plata en la contrarreloj. Ella iba a por el oro. Tuvo tiempo para rumiar su pequeña decepción e intentar hacer lo más difícil.
La especialista contra el crono, retó a la carretera. No una sino dos veces. Una primera escapada fallida, una segunda pletórica. Cuarenta kilómetros rodando en solitario hacia la gloria. La alavesa Lourdes Oyarbide se reivindica. Y como siempre, sin darse demasiada importancia.
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