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Se muestra cercana. Con 22 años es ya una colegiada muy bien considerada en el mundo arbitral del baloncesto vasco. Esta temporada ya dirige partidos en competiciones autonómicas. Un camino arduo en el que ha soportado insultos y malos modos. Segura de sí misma y ... empeñada en seguir formándose, no descarta llegar a dirigir un partido de competición profesional. Esta futura odontóloga ha hecho de la constancia e ilusión sus motores en el mundo del silbato.
- ¿Qué le sedujo del arbitraje?
- Era una manera de ver el baloncesto desde otra perspectiva. Tampoco era una estrella como jugadora. Para mí era como un nuevo comienzo. Veía que podía ser buena y hubo gente que me animó, que veía en mí aptitudes.
- ¿Cómo se prepara un colegiado de baloncesto y cuál es el camino para ascender de categorías?
- Este año he entrado en el grupo 4, que significa que pito en ligas vascas y segunda división masculina y femenina. El año pasado ya empecé a hacer algunos partidos en estas categorías porque en Álava hay poca gente. Cuando pasas a un nivel autonómico, tienes que superar unas pruebas físicas y teóricas y durante cada mes debemos hacer un examen para estar siempre actualizado.
- ¿Por qué están tan pocos?
- Por lo que he escuchado, la gente dice que no le compensa. Algunos lo argumentan por el dinero o por la gran responsabilidad. Yo no arbitro por dinero. Si lo hiciera, ya no estaría al pie del cañón.
- ¿Recuerda su primer día?
- ¡Claro que lo recuerdo! (Risas). Fue en el colegio Divino Maestro un sábado a las 9 de la mañana. Iba muy nerviosa. Fue un partido de cadete femenino entre el Araba y el Marianistas. Salí muy contenta y el técnico que me supervisaba me dio mucha confianza. Quité esos nervios. Es verdad que llevaba un par de años arbitrando a escolares y no era del todo nuevo para mí. Fue un buen partido.
- Mentalmente tiene que ser de hierro para aguantar gritos o insultos.
- Desgraciadamente me ha tocado sufrir eso. En mi primer año, dos madres me llamaron 'retrasada mental' y 'mongola'. Ese día me fui muy mal a casa. Era un partido de niños pequeños. No lo llegué a entender. Me marcó bastante, pero logré pasar página. Cuando tienes un día malo, te das cuenta y reflexionas. También es verdad que otros insultos ni los escuchas porque estás tan centrada en el partido que pasan desapercibidos. También es verdad que cada vez escucho menos.
- ¿Le gustaría ser profesional del arbitraje?
- El problema es que no es viable, a no ser que arbitres en la ACB o categorías muy altas. La mayoría de árbitros de otras categorías inferiores tiene su trabajo. En mi caso, que estudio odontología, trabajaría de lunes a viernes y podría dedicarme el fin de semana. Me encantaría dar ese paso, pero debo seguir aprendiendo y pasar por todas las categorías. ¡Quién sabe si se puede llegar! Es una motivación. Mi sueño sería arbitrar en el Buesa Arena cualquier tipo de partido. No digo al Baskonia, que eso sería ya lo máximo.
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