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La exjugadora del Zuzenak esta semana en un parque vitoriano. RAFA GUTIÉRREZ
«Nunca me sentí diferente»
Ana Rosa Aguiriano

«Nunca me sentí diferente»

Primera mujer del equipo de baloncesto en silla de ruedas del Zuzenak, recuerda su presencia en los Juegos Paralímpicos de Barcelona y toda su carrera deportiva tras el reciente homenaje recibido como pionera de este deporte en Álava

Olga Jiménez

Miércoles, 24 de abril 2019, 08:25

Ana Rosa Aguiriano, fue la primera mujer que formó parte del equipo de baloncesto de silla de ruedas de Zuzenak durante dos décadas, hasta llegar a competir en los Juegos de Barcelona en 1992. Lo compatibilizó con el atletismo, disciplina en la que también destacó logrando medallas en campeonatos nacionales e internacionales. Su pareja Iñaki Ibarreta ha sido uno de los iconos del club alavés, con dos paralimpiadas a sus espaldas en Barcelona y Seúl. Clara, su hija, también juega a baloncesto en las categorías inferiores de Araski.El baloncesto es el nexo de unión familiar. 

-¿Sorprendida por el homenaje a las mujeres pioneras del baloncesto en Álava?

-Un poco sí, la verdad. No me lo esperaba. Cuando echo la vista atrás, es cierto que he tenido una trayectoria extensa en el deporte, y en concreto en el baloncesto en silla de ruedas, pero no es algo de lo que hable mucho. Fue el camino que tomé, me siento muy orgullosa y lo volvería a hacer porque el deporte en general y el baloncesto en particular es mi pasión. 

-Fue olímpica en Barcelona 92 ¿su mejor experiencia como deportista?

-Sí (risas), aunque quedamos las últimas. No llevaba mucho tiempo la selección. Fue la época en la que había liga femenina con varios equipos, en Galicia, Toledo, Albacete, Andalucía y Cataluña. El campeonato se desarrollaba en una concentración de fin de semana. Desapareció por falta de presupuesto y se optó por hacer lo que se hacía en Europa, que era integrar a las jugadoras en los equipos masculinos. La única que entrenaba en España con chicos, en el Zuzenak, era yo. Aunque al principio no jugaba competiciones oficiales, sí lo hacía en torneos. Luego cambió la norma y las mujeres nos integramos a la Liga. Me costó ganarme el puesto, pero logré ser titular, por delante de algunos chicos, con Santi Pablos como entrenador. En el equipo, era una más. No sentí tampoco diferencias. Quizás porque así es mi carácter y me tomo las cosas con naturalidad.

-¿Cómo atleta tuvo recorrido?

-Bueno, de la mano de un entrenador llamado Bernardo entrené bastante. Era la época de Martín Fiz, Blanca Lacambra y Maite Zuñiga. Y allí estaba yo, entrenando con la silla. Disputé competiciones internacionales en Berlín e Inglaterra y tuve algunas medallas. No se me daba mal. El haber nadado tanto provocó que tuviera un tren superior muy fuerte, lo que me valió para atletismo y después baloncesto.

-Es una 'niña de la polio' que nunca se sintió distinta por su discapacidad.

-Es verdad. Tuve polio debido a una negligencia médica.Nunca me sentí diferente. Hacia todo por igual. Iba al monte con mis hermanos, más despacio, pero iba. La única diferencia es que iba todas las mañanas a hacer natación, recuerdo que a Landázuri, antes de ir al colegio.

-Mujer, deportista y discapacitada ¿es todo más complicado?

-Pues según por dónde lo mires. Es verdad que en nuestra época tuvimos que abrir camino, pelear mucho, pero en el deporte como somos menos hemos tenido más facilidad para poder competir en la élite, con selecciones nacionales o de manera internacional. Eso ha sido una ventaja. Yo que veo a mi hija Clara que juega a baloncesto, creo que tiene más complicado que tenga las oportunidades que tuve yo en el deporte.

Familia olímpica

-En la casa de los Ibarreta-Aguiriano hay dos deportistas olímpicos. ¿Es poco frecuente?

-Iñaki (Ibarreta) fue paralímpico también en Barcelona y Seúl. Yo le conocía antes de que tuviera el accidente. Después, compartimos equipo en Zuzenak y nos hicimos pareja. No hablamos mucho de esto, la verdad. La gente igual lo desconoce.

Ana Rosa Aguiriano, en el medio, en los Juegos Paralímpicos celebrados en Barcelona en 1992. EL CORREO

-Y su conocimiento del deporte lo plasma en la Escuela Zuzenak.

-Sí, es una labor que iniciamos hace años. Es muy gratificante trabajar con niños, prestarles todo tu apoyo y experiencia. Son niños que, en algunos casos, no podrán llegar a la élite del deporte adaptado pero la práctica deportiva es fundamental en su desarrollo personal.

-¿Cómo ve esta revolución femenina trasladada al deporte?

-¡Qué me va a parecer! Extraordinario. Todo lo que sea visibilizar el deporte femenino y que las mujeres tengan mejores oportunidades es positivo. Es dejar el camino más fácil a nuestras hijas o nietas. Es una evolución que requiere tiempo y esfuerzo, pero este es el camino.

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