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En el baloncesto español no existen cláusulas antiembarazo como sucede en el mundo del fútbol, circunstancia denunciada por algunas jugadoras y que responde a que ... en Primera División no existan madres. La negociación del añorado convenido colectivo permitiría regularizar esta situación que en el caso del baloncesto parece estar más naturalizado, como demuestran clubes como el IDK Gipuzkoa, pionero en España, dirigido por dos mujeres Carmen y Azu Muguruza, que tratan con una sensibilidad especial los casos de jugadoras madres. El ejemplo más conocido es el protagonizado por Toch Sarr, a la que la entidad guipuzcoana esperó tras su embarazo de mellizas para firmar su contrato.
En el deporte de la canasta, la pasada temporada nos encontramos con cinco casos en la máxima categoría que ejemplifican la compatibilidad de poder ejercer de madre y deportista profesional. Pese a que el peaje personal es grande, «merece la pena», coinciden en señalar todas las protagonistas. Una de las imágenes más tiernas de la última Copa de la Reina celebrada en Vitoria fue ver a la base internacional Silvia Domínguez junto con su hijo Yago celebrando el título conquistado. Aunque no es frecuente que se prodigue a la hora de hablar de su vida personal, hace unos meses, cuestionada por el cambio que había supuesto en su vida la llegada de su hijo, no dudó en afirmar que está viviendo «una etapa maravillosa» en su vida. La base catalana explicó que «cambias cosas y rutinas. Hay días de locura, pero me he adaptado para que no influya en mi rendimiento deportivo».
A sus 32 años, en su segunda etapa en el Perfumerías Avenida sigue siendo una jugadora referente y determinante. Una misma circunstancia que se repite con las cuatro madres profesionales y que, además, han pasado por el proceso de los nueve meses de gestación, parto y recuperación.
La senegalesa Toch Sarr, la gallega Arantxa Novo, la croata Iva Brkic y la maliense Meiya Tirera han conseguido desmontar las teorías pesimistas de quienes apuntaban la imposibilidad de compatibilizar deporte y maternidad. En el caso de las cuatro, han vuelto a las canchas de baloncesto mejor, más fuertes, más seguras y más felices.
Toch Sarr. Jugadora del IDK
Toch Sarr (Senegal, 1984 ) viene de completar su octava temporada en el IDK Gipuzkoa. Llegó a Donosti en 2009 con una hija de dos años y después de firmar una temporada fantástica en Ferrol. Hace cuatro, se quedó embarazada de mellizas. El club presidido por Carmen Muguruza esperó a la de Dakar para firmar el contrato tras dar a luz. Un caso atípico pero ejemplar. «Hay cosas en la vida que si no las vives no sabes si puedes o no. Es querer, pero es durísimo. Gracias a la ayuda del equipo y de mi familia he podido seguir con mucho esfuerzo. No es fácil. Mi hija mayor ya tiene 10 años pero con las pequeñas, al principio, era muy duro. Al final, vas cogiendo ritmo de locura, con entrenamiento, casa, atender a las niñas, pero menos mal que tengo a mi marido y madre ayudándome», explica risueña.
La pasada temporada sus dos hijas pequeñas estuvieron en Senegal con su abuela, lo que le permitió a la pívot del club guipuzcoano estar más liberada. Antes ya le tocó organizarse con biberones y noches sin dormir. «Mi marido ha hecho también de padre y madre. Su ayuda ha sido fundamental», reconoce. A sus 33 años, su nivel deportivo sigue siendo muy alto. Con un físico privilegiado, esta jugadora de 1,87 sabe sacar partido de su altura y envergadura para destacar en la Liga Dia. Su reincorporación tras el parto de su primera hija fue muy buena. «Hice la mejor temporada en Ferrol. Todavía me lo recuerdan». Tras dar a luz a las mellizas apenas tardó un mes en ponerse a entrenar. «Me sorprendí porque mi cuerpo ha cambiado a mejor. En ninguno de los dos embarazos engordé ni me quedé con kilos. Cada una tiene su propia experiencia». Esa que le empuja a animar a toda mujer a que cumpla sus sueños. «Es posible ser madre y deportista profesional. Las mujeres podemos con todo», sentencia.
Arantxa Novo. Jugadora del Durán Maquinaria Ensino
Arantxa Novo (Ferrol, 1982) dejó el baloncesto convencida de que ser madre ponía el punto y final a su carrera como deportista. Pero tras dos años, no pudo decir que no a la propuesta del Durán Ensino para ayudar al equipo en su objetivo de ascender a la máxima categoría y en 2018 se volvía a vestir de corto. «Mi situación fue especial. Me retiré para dejarlo. En Lugo, el Ensino me dijo varias veces para fichar pero tenía dudas de la dependencia que yo tendría del niño y viceversa. Con decirte que mi hijo hasta el año y medio no dormía más de tres horas seguidas. Imagínate el ritmo. Pero el baloncesto me hace evadirme y decidí volver», explicaba. Con su marido cerca, tras su estancia como entrenador en México, con su familia cerca, su padre y su suegra, «la ayuda ha sido fundamental para poder compatibilizarlo con entrenamientos, partidos y también mi oposición, porque intento llevar todo a la vez como puedo», explica con naturalidad.
Aunque la ley del deporte aún no considera a las mujeres como profesionales, Novo sí se siente así. «Es un trabajo. Yo tengo un contrato laboral. Cuando estás lesionada, te dan la baja. No sé, no tengo toda la información. Creo que se pueden mejorar muchas cosas aún, por supuesto, pero yo siempre he jugado como profesional». La decisión de ser madre, es cierto que marca. «Es un hándicap. La duda es ser madre con veintitantos, en plena proyección, o con más de treinta. En algunos sitios, si eres madre con esa edad, ya no cuentan contigo, o se baja el caché. Es complicado. El caso más cercano lo conocí en el IDK con Toch Sarr. Ese club es una familia donde prima la persona», destaca la jugadora gallega.
Maiya Tirera. Jugadora del Valencia
Meiya Tirera (Mali, 1986) fue madre muy joven, hace 10 años, lo que no le ha impedido recorrer medio mundo con su hijo. Allá donde había una oportunidad, la extraordinaria pívot del Valencia Basket no dudaba en desplazarse con él, a pesar de las dificultades que suponía. «Cuando era un bebe lo dejé con mi madre. Ella me ha ayudado mucho durante cuatro años. Después me lo llevé conmigo a Túnez, Angola, Bulgaria y ahora a Valencia. Uno de los problemas era el idioma y también los papeles. Pero este año ya está conmigo», apunta orgullosa en su limitado castellano. «Él sabe mejor castellano que yo», añade.
La maliense ha cumplido su segunda temporada en Valencia después de ser artífice del ascenso y convertirse en la líder de su equipo. En su día a día, la organización es fundamental. «Si no tienes a alguien es muy difícil porque no llegas a todo. Me levanto a las 8 para llevar a mi hijo al colegio y el día se hace muy largo hasta que por la tarde le recojo. No es fácil ser profesional con un hijo. Mi madre es mi gran ayuda», reconoce. Respecto a los cambios físicos, en el caso de Meiya el proceso fue más duro. «Engordé bastante y tuve que hacer un trabajo muy serio para ponerme de nuevo bien físicamente. Pero lo veo como algo positivo. El después ha sido mejor. Creo que soy más fuerte mentalmente tras el embarazado y dar a luz».
Sin duda, la vida cambia y las prioridades también. «Mi hijo es mi motivación, todo lo que hago, lo hago por él. Juego y lo llevo conmigo. Quiero que tenga buenas condiciones de vida aquí», confiesa la jugadora de Mali, un país pobre y con pocas oportunidades.
Iva Brkic. Exjugadora del IDK
Iva Brkic (Croacia, 1985) es madre de Bárbara y además, jugadora de baloncesto. «Así lo siento ahora. Nunca pensé en renunciar a ser jugadora profesional, pero quería ser madre y había llegado el momento. Mi marido no quería, pero llegó nuestra hija y fue una bendición», relata la experimentada jugadora croata, olímpica con su selección, y con una dilatada experiencia en países como Hungría donde disputó la Euroliga hasta con tres equipos diferentes. Hace dos años daba a luz en su país. «Un mes después, ya estaba negociando el contrato con el IDK Gipuzkoa. Es un club especial que me lo puso todo muy fácil».
Iva necesita ayuda. El respaldo familiar se hace imprescindible. «El año pasado, mi padre estuvo con nosotras, seis meses, y las abuelas. Ahora me ayuda una chica que vive en Donosti. Mi marido trabaja en Croacia y diez días de cada mes viene para estar con nosotras. Nos vamos organizando». La cabeza de Iva está centrada en baloncesto, pero «si mi hija está enferma o no se encuentra bien, la prioridad es ella. En el club lo entienden». Su experiencia en otros países le da una perspectiva para afirmar que «en España se ayuda a la mujer deportista y madre. En Francia la situación también es buena. En Croacia, no hay jugadoras profesionales. Como para pensar encima en que sean madres. Fíjate que todas las integrantes de la selección croata jugamos fuera de nuestro país».
A sus 33 años, se prepara también para otra vida. Con dos diplomaturas en finanzas y económicas, además de la titulación de entrenadora de baloncesto, Iva sabe que la vida son fases. Bárbara, el baloncesto y planes de futuro cuando el deporte llegue a su fin. Tras dos temporadas en Donosti abandona la disciplina guipuzcoana para buscar nuevos retos.
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