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Laia Palau viene de conquistar su quinta Copa de la Reina, la primera con Girona. Es historia viva del baloncesto español que, a sus 41 años, afrontará sus últimos Juegos Olímpicos como despedida de la selección española. Con carácter y personalidad, es ... un espíritu libre, con alma hippie que busca una sociedad mejor desde la propia mejora personal. Referente dentro y fuera, la magia de la barcelonesa sigue brillando en las pistas españolas.
– Viene de lograr la quinta Copa de la Reina en su palmarés. ¿Ha sido la más emotiva?
– Sí, ha sido bastante emotiva. La gente me decía que se me notaba muy contenta en la celebración, y es verdad. Es que no tiene que ver nada con nada. Este título para el Girona representa el primero de Copa, después de ganar a Perfumerías Avenida en semifinales, a Valencia en la final y en su casa. La liga estaba siendo complicada. Bienvenida sea una alegría así.
– Tiene 41 años y lo ha ganado todo. ¿Cómo se alimenta la ilusión por seguir?
– He ganado muchas cosas, pero no había ganado una Copa de la Reina con Girona. Es como una primera vez. Y sobre las primeras veces, sucede que no te da tiempo a saborear mucho porque no sabes lo que está pasando. Te pasa como un rayo por encima. Ahora, tengo esta certeza de lo que me pasa, me da más tiempo para disfrutarlo y gozarlo. Es más intenso el placer de conquistar otro título porque lo saboreo más. Te diría que nunca es suficiente.
– ¿Cómo lleva toda la repercusión que su persona tiene a nivel mediático?
– Intento no pensar mucho esto del mito o el personaje. Jugamos a baloncesto. Nadie nos ha enseñado a estar delante de una cámara, a ser un modelo y a tener que hablar o hacer discursos. Esto se va aprendiendo con el tiempo y yo cada vez, soy más persona-jugadora, intento actuar con la máxima naturalidad posible.
– ¿Quiere añadir algo sobre el 8M que venimos de celebrar?
– Para mí 8M es todos los días de mi vida. Yo soy una mujer y persona. Aquí es donde habría que cambiar el chip. Me parece muy bien que hablemos todo el rato de las cuestiones de género, de estos esfuerzos para tener esta sensibilidad, pero lo ideal sería no tener que hablar de esto. Yo no he sentido menosprecio a nivel personal, pero sí a nivel de estructuras y oportunidades, porque no han sido las mismas con respecto a los chicos. El chiringuito está montado de otra manera, no se centra en que tengamos las mejores situaciones y los mejores salarios. Prefiero centrarme en qué puedo mejorar como persona, para que mejoremos todos, hombres y mujeres.
– ¿Ha preparado ya la percha para colgar botas y camiseta definitivamente?
– Lo pienso todos los días, no creas. Es ese contrato que yo me renuevo conmigo misma cada día. ¿Estoy? Sí. ¿Quiero? Sí. Pues para delante. Y ahora tenemos partido contra Araski, después cuartos de final de Euroliga, vendrá el Europeo, los Juegos olímpicos. De momento, aún no he comprado percha.
REFLEXIÓN
– ¿Tiene pensado ya lo que hará cuando abandone el baloncesto?
– Un día me dijo Pepe Laso que ésta es la pregunta que tengo que tener resuelta, si voy a estar vinculada al baloncesto o no. Si sigo dentro, hay varios caminos, desde entrenadora a gerente. Estar vinculada al baloncesto es una posibilidad grande porque me gusta este mundo y tengo un bagaje que me gustaría compartir. Pero no tengo claro cómo hacerlo. Lo que me da pereza es seguir con el mismo tipo de vida; ir a entrenar, viajes, los fines de semana competición. A veces pienso que lo mejor es desaparecer un tiempo y viajar, aprender cosas del mundo y luego volver y ver. Tengo un cajón desastre que aún no tengo muy definido.
– ¿Dónde tiene su famosa furgoneta?
– Aparcada. Estas limitaciones de movilidad no me dan muchas opciones. He encontrado en Girona un sitio perimetral y ahí echo el día, para al menos cambiar un poco el escenario. Pero ganas, todas de moverme, aunque no lo pienso demasiado porque no sabemos lo que va a pasar con la pandemia y, porque en mi agenda, tampoco tengo ahora muchos huecos.
– ¿ A dónde le apetecería ir cuando pueda?
– Estuve hace tres años en Dolomitas, y como en mi entorno la gente escalada, pues creo que me apetece volver allí y tener esas montañas delante. Pero también me apetece visitar a María Araujo en su Galicia natal y que nunca acabo de ir hasta allá, porque siempre me quedo en el País Vasco y no acabo de hacer la cornisa (risas). Para esto se necesita tiempo y ahora no lo tengo.
– Da la sensación de que va dejando más amigos que enemigos por el camino
–Al menos lo intento. Todos tenemos detractores, pero al final, con la gente que he trabajado, han estado contentos con mi trabajo y con mi persona. Dejarse puertas abiertas es muy importante. Mira que soy radical en algunas cosas. En la pista en seguramente donde tenga más enemigas, quizás rivales contra las que solo haya competido porque ahí sí soy visceral y seguro que alguna diga: 'Laia Palau es una gilipollas'. Lo entiendo, porque tengo carácter y mala leche. Sin embargo, intento huir del conflicto en mi vida en general, tengo ese punto 'hippie'.
– Se enfrentan a un Araski que les ganó el año pasado en su casa. ¿Este equipo tiene firma de autor personificada en Made Urieta?
– Sin duda. Me declaro muy fan de Made Urieta. Me gusta. Me parece una entrenadora de mucha velocidad en muchas cosas y conceptos. Este año Araski está en una posición que, por el equipo que tiene, no debería estar.
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