Laura Pardo y Alberto acuden a la cita con este periódico hora y pico antes de que el Baskonia abriese su efímero calvario en la madrileña Copa del Rey. Pero ella y su padre vienen a hablar de la suya, la de la Reina ... , con modales infinitamente mejores que los usados por Francisco Umbral en su día para promocionar su libro a través de la televisión. Él es un hombre de 58 años alto sin exageraciones. Menor en talla a la hija, pívot local y capitana del Rpk Araski que entre el 28 de febrero y el 3 de marzo ejercerá la labor de club anfitrión del campeonato. Ni qué decir tiene que el autor de este reportaje se acerca más por edad al tutor natural de la protagonista. Así que, aficionados como son al baloncesto, se lían a rememorar viejos tiempos.
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A ambos casi se les humedecen los ojos al hablar del entrañable polideportivo de Mendizorroza, un recinto que se merecía la remodelación llevada a cabo para acoger un torneo femenino de tanto nivel. O al recordar aquellas batallas en San Viator a los mandos del precursor del 'ivanovicismo'. Sí, les suena con fuerza, un tal Juan Antonio Ortiz de Pinedo. Juan Pinedo para sus jóvenes soldados. Y, claro, Laura asiste como espectadora desde la silla de pista a una conversación entre 'dinosaurios'. Aunque entiende el idioma porque, no en vano, Alberto agitó en ella el gusto por la canasta que ahora la chica profesa.
Alberto llegó a militar en el Gasteiz, el club señero de Landázuri, con Txema Arana de presidente y Manu Moreno mandando desde el banquillo. Eran tiempos de especialistas y a él le correspondía el papel de alero tirador. Pero la historia de papá Pardo fuera de la zona se remonta a un fraile de San Viator que, como colegio volcado en las cestas y los puntos, -el concurso de televisión lo ganó Coras- dirigía a los chavales hacia los aros. Y allí, conducido hasta las puertas del averno, padeció los rigores de Pinedo. «Aquello fue muy duro. Entrenábamos en el patio nevara o lloviera. Físicamente era un horror, yo creo que un error. Aunque resultó positivo para la formación personal, para valorar el concepto de equipo y para tener disciplina en los estudios».
Para conocer hacia dónde vamos se requiere saber la procedencia. Presentado el engendrador de la espigada criatura, conviene centrar la atención en la jefa del vestuario verde. Nada menos que quien porta los galones, la encargada de predicar con el ejemplo en una entidad de cantera y de defender el 'proyecto Araski' a las compañeras llegadas de fuera. Laura estudiaba en la ikastola Mendebaldea, un centro entonces (comienzos de siglo) sin conjunto femenino escolar de su categoría. Así que junto a una amiga llamó a las puertas de Araba, ambas superaron las pruebas y con trece años empezó a imponer el respeto en las zonas. Ya entonces medía sus actuales 186 centímetros, aunque siempre se ha librado de los comentarios hirientes. «Nunca me han llamado gigante o jirafa. El único problema era con la ropa». ¿Y de profesión? «Siempre pívot. Tengo moratones por todo el cuerpo».
Así, ahora se enfrenta en la Liga Dia a postes que veía por la pantalla hace cuatro años. Y ha hecho de la pugna bajo los tableros su oficio exclusivo. A los 29 años afronta su primera temporada sin tener que compaginar los trabajos temporales en una empresa -estudió ADE en la Universidad- con los entrenamientos de un club exigente. «No quería quedarme con la espina de no haber jugado un año como profesional». ¿Y? «Muy bien. Duermo más (risas). En realidad la exigencia es parecida».
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-¿Cómo lleva la responsabilidad de ejercer como capitana en una entidad que se vanagloria de sujetar toda una pirámide deportiva?
-Este es un club de cantera, no sólo de primer equipo. Algo que nos comenta la presidenta (Livia López) desde el primer día. Cuando veo cómo las niñas nos miran con cara de ilusión me veo en aquella niña de Vitoria que no tenía referentes. Y como capitana trato de explicar a las compañeras que vienen de fuera qué es el 'proyecto Araski'. Aquí el trabajo y el sacrificio son innegociables.
No me negarán que resuena a 'cholismo' químicamente puro. Y en esto interviene el padre, «totalmente orgulloso» cada vez que ve a su hija en una entrevista, en los partidos de casa y también en los duelos geográficamente cercanos.
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-Laura es el pegamento de todo el equipo. (Alberto dixit).
Y vuelta a Mendizorroza, todo un templo para «los cuatro mil de entonces que son la raíz del baloncesto en Vitoria», según afirmación atinada de aquel alero del Gasteiz. El mismo pabellón que está a punto de acoger a los ochos mejores equipos de la Liga femenina para disputar la Copa. A los compromisos locales del cuadro verde acude una media de mil espectadores, pero Laura confía en un ambientazo espectacular a caballo entre febrero y marzo. «Como vitoriana me hace ilusión que la gente venga a disfrutar de la ciudad y de la fiesta del baloncesto femenino».
Laura Pardo Capitana del Araski Vitoria. 29 años. Titulada en Administración y Dirección de Empresas. Debuta como profesional.
Alberto Pardo Exjugador Vitoria. 58 años. Empezó a jugar en San Viator y militó en el Gasteiz.
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