Cuando el verde se convierte en una pasión

Jorge Guarnido es un loco del Alavés y del Araski. En la grada de animación es uno de los más activos. «La diferencia es que en Araski te hacen ser partícipe de todo. Existe cercanía con jugadoras, directiva, periodistas. Te hacen sentir importante, no eres un socio más».

Xabi Herrán se debate entre el corazón y la cabeza. «Ambos me dicen que vamos a superar a Gernika, después que venga lo que sea que lo disfrutaremos. Estuve en Girona, pero ésta me hace aún más ilusión. Han sido un acierto los fichajes».

María Cárdenas, salmantina de nacimiento, pero «araskizale de corazón ve una Copa abierta que ningún favorito ganará». Como María, muchos han pedido permisos en sus trabajos, días libres... Otros, acudirán a Salamanca el viernes, pase lo que pase en cuartos. Es el caso de Bea López. Fue jugadora y periodista en una época donde el deporte femenino era casi residual. «Es baloncesto, somos chicas y hasta ahora no habíamos tenido nuestro espacio. Espero que dure mucho y que la gente anime. Y, sobre todo, que las instituciones aporten».

Araski lo forman centenares de familias. Isabel Padilla y Roberto Álvarez, incondicionales y voluntarios del club. «Esta locura empezó con mi hija, y me ha gustado, estoy feliz en familia y disfrutando de buen baloncesto. Lo he vivido desde el principio. Lo sientes como algo tuyo. Creo que podemos dar la sorpresa», apunta con sonrisa pícara. Roberto, pasional, tiene claro que «lo primero es disfrutar porque estar en Salamanca es un regalo. Y ya puesto, la Copa ¿no?».