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olga jiménez
Viernes, 15 de abril 2022, 00:30
«Disculpa, estoy muy emocionada», acertaba a decir Laura Pardo a este periódico, minutos después de besar anteayer el parqué de Mendizorroza y despedirse entre ... lágrimas. Los finales nunca se programan pero en el cuerpo de la vitoriana las señales eran ya insistentes hasta meditar la decisión definitiva. «Tengo proyectos laborales y es muy difícil compaginarlo con el baloncesto profesional. Además, el cuerpo ha dicho basta. Son muchos años de tralla y no aguanta más. Por eso, ha llegado el momento de dejarlo. La decisión la he tomado estas semanas.» explicaba con los ojos vidriosos.
La eterna capitana, a sus 32 años, deja como legado su camiseta con el dorsal 13, 20 años de baloncesto, un estilo de vida con el deporte de la canasta y un ejemplo de sensatez y honestidad. Aquella espigada niña que debutó en las canchas de San Viator defendiendo los colores del colegio Miguel de Unamuno fue escribiendo una trayectoria de esfuerzo y trabajo. Nadie le ha regalado nada. 'De casta le viene al galgo', dice el refrán. De su padre Alberto, jugador del inolvidable Gasteiz, aprendió a leer el baloncesto con inteligencia. Sus aptitudes le llevaron al Canoe de Madrid durante tres temporadas. Fiel a un club que le ha hecho enormemente feliz, militó también en el Irlandesas vizcaíno y en el Killester de Dublín. La niña del Abaroa, origen del actual Araski, regresó ya adolescente a Vitoria para vivir a partir de 2016 un sueño que ha estirado lo que le ha permitido su físico. «Desde que estábamos jugando en Primera Nacional en otros polideportivos, el ascenso a Liga Femenina, las Copas de la Reina, con especial cariño a la de Salamanca en la que llegamos a semifinales. Este último partido en Vitoria seguro que lo recordaré. Hay muchos momentos. No me puedo quedar con uno solo» rememora.
Siempre jugadora de equipo, su momento estelar fue en la Copa de la Reina de Salamanca en 2019, en la que su histórico triple fue la llave para acceder a semifinales. La euforia fue completa. Una de esas historias épicas que tanto calado tienen. Esa valentía de la capitana desde la línea de 6,75 permitió derrotar al Lointek Gernika y plantarse en semifinales ante el anfitrión, a la postre el campeón de aquella Copa.
Fueron años felices celebrados con una afición que siempre ha mostrado su querencia por la capitana. Se marcha un referente, una de las pocas jugadoras nacidas en la capital alavesa que ha podido vivir la experiencia de ser una jugadora profesional, Pardo lo ha sido durante tres años. Sus inicios en la élite los compaginó con su trabajo en la empresa DHL Gran parte de sus vacaciones las utilizaba para pedir permisos y unirse a los desplazamientos con el equipo. Junto con Marta Tudanca e Itsaso Conde, actualmente en el Movistar Estudiantes, son tres alavesas que pueden decir que se han ganado las habichuelas con el deporte profesional. «Me voy tranquila porque lo he dado todo, mi 100%. A veces con más o menos fortuna», reflexiona.
Esta licenciada en Administración y Dirección de empresas se enrola en el precipicio laboral afrontando una nueva etapa. Su legado es ella misma, un espejo donde las niñas alavesas se han mirado durante años. «Me he formado como entrenadora pero ahora mismo necesito desconectar un poco para poder reconectarme con el baloncesto de otra forma». Comprensible. Nadie tiene la bola de cristal para predecir su futuro. Pero lo que sí es seguro es que se dejará ver como espectadora en la que ha sido su casa, su templo: Mendizorroza. El club abre a una nueva era sin ella. Es ley de vida.
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