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Decía Paulo Coelho que nunca hay que desistir de un sueño sino buscar las señales que conducen hasta él. En ese camino, el Araski ha reclutado a jugadoras que entienden el baloncesto desde la emoción. Nada es por casualidad. De esta Copa este ... grupo se lleva su fortaleza y capacidad para ser mejor. Su magia para hacer del sentimiento su mejor aval para estrechar aún más los lazos con una afición entregada. A la imagen y semejanza de las jugadoras.
La derrota ante Perfumerías fue una consecuencia de la lógica del deporte. Pero fue el motivo mayor para volver a fundirse en el abrazo de equipo, para mirar al cielo, para dar gracias por poder ser partícipe de un momento único. Las lágrimas de Tania Pérez, una niña de barrio, criada en Santa Coloma de Gramenet que una vez pensó que podría ser jugadora de baloncesto. «No puedo pedir más en mi primera Copa. Lo hemos dejado todo. Hemos estado a punto de liarla», balbuceaba mientras buscaba el abrazo de consuelo en el infinito verde de la grada.
Y mientras la capitana Laura Pardo dirigía la fiesta en la pista, unida a sus compañeras, consciente de que quizás no habrá próxima vez. Una derrota celebrada a lo grande. Es lo mágico de saber dónde estás y quién eres. Poco faltó para el éxtasis, porque poco faltó para haber puesto patas arriba una Copa diseñada para que la gane su anfitrión. En el deseo de muchos, la rebelión de los humildes encabezada por el equipo que genera tanta empatía entre aficiones rivales. La Copa ya no se entiende sin Araski.
Sin la Copa que levantara orgullosa el pasado año en Vitoria, la emoción de María Asurmendi traspasaba cualquier barrera. El cuerpo solo te pide abrazarla sin parar. La navarra es de las de piel, sentir y hacer sentir. Ríe y llora a la vez, agotada en el sobreesfuerzo, generosa y agradecida ante su afición, la que es y la que fue en su pasado salmantino. Hay momentos que se sellan, se graban y se quedan. La niña Carrera se hizo mujer. «Estoy agradecida a mis compañeras, a la afición. Nos duele pero sabemos que hemos hecho algo grande», declaraba.
El paso por Salamanca no será en balde. El Araski cogió los trenes precisos para seguir el camino. Cáceres y el ascenso, Girona y la primera Copa, ahora Salamanca. Nunca sabremos qué hubiese ocurrido de recuperar a Izaskun García a tiempo, de haber tenido más acierto, de haber podido parar a la descomunal Laura García o Hayes. Lo cierto es que ya casi no importa. La maleta de sueños regresa a Vitoria, al corazón de los aficionados que se han sumado a la marea verde, a un sentimiento que sigue su proceso de arraigo, que te atrapa y ya no te deja.
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