Anna Cruz ya es oficialmente jugadora del Kutxabank Araski

-¿Por qué?

-Detalles de las mecánicas de tiro, de algún movimiento diferente...

-¿Por qué?

-A ver, que si no hay diferencias entre ambos, también es el objeto del artículo.

-Ah, vale.

Como siempre tenía razón. Seguimos charlando, desmontando «esa tontería» de que hay alguna diferencia entre el baloncesto que juegan las mujeres y el que juegan los hombres. Y en eso que suelta la frase que mejor recuerdo. «De hecho, al hilo de lo de la mecánica de tiro. La mejor que he visto yo en toda mi carrera es la de Anna Cruz». Y volvía a tener razón.

La escolta catalana viene ahora a Vitoria. El Araski, Kutxabank Araski cuando arranque la temporada, ha anunciado oficialmente este domingo su primer fichaje. Era una noticia adelantada por EL CORREO hace semanas. Cruz regresa a la Liga Endesa Femenina tras siete años en la élite continental, en Rusia y en Tuquía, con un contrato por una temporada.

Se pone a las órdenes de Made Urieta, mejor entrenadora de la presente campaña, como el ariete que debe derribar ese muro de cristal que separa aún a las vitorianas de las siempre favoritas Salamanca y Girona. Muro, sí, porque las verdes no conocen los techos.

Anna Cruz le da un nuevo poso a un conjunto que ha crecido de maner exponencial con la llegada el curso pasado de María Asurmendi. Dicen que la veteranía es un grado y cuando todavía guarda la energía y las ganas de los debutantes se vuelve una pesadilla para los rivales.

Cruz debutó en la Primera española con 16 años. En 2002, hace ya 18 campañas. Fue campeona en aquella primera temporada.

En 2005 ficharía por Arranz Jopisa Burgos, donde estaría tres temporadas. Un paso fugaz en la 2008/09 en el CB Olesa hasta que fichara un verano después por el Rivas Ecopolis. En el equipo madrileño estuvo cuatro temporadas, las últimas en España. Ganó 2 Copas de la Reina (2011 y 2013) y fue subcampeona de Euroliga en 2012.

Desde entonces seis años en Rusia, tres en Nadezhda (2013-2016) y tres más Dynamo Kurks (2016-2019). En 2017 consiguió la Euroliga que se le resistió cinco años atrás. Y entre medias, su paso por la WNBA. Cruz disputó tres temporadas la que es considerada como la mejor liga del mundo. En 2014 con los New York Liberty y en 2015 y 2016 con Minessota Lynx, cuando se convertiría en la segunda española en ganar un anillo de la WNBA. La última temporada ha estado en el Fenerbache de Turquía, pero dejó el equipo en navidades, para semanas después operarse del menisco de su rodilla.

La escolta catalana ha disputado 158 partidos con la selección absoluta de España. En su palmarés dos medallas de oro en Eurobasket (2017 y 2019), dos de plata (la Olímpica de Río 2016 y el Mundial 2014) y cuatro de bronce (Eurobasket 2009 y 2015 y Mundial 2010 y 2018).

Cruz admite que las últimas temporadas «había perdido las ganas al baloncesto, sufría más que disfrutaba jugando», y ahora espera recuperar sensaciones en su regreso a la Liga Femenina Endesa. «Estar tanto tiempo fuera, superando situaciones difíciles pasa factura, y el cuerpo me pedía volver. Fichar por Kutxabank Araski, un club humilde, trabajador y ambicioso, me ha devuelto las ganas de jugar al baloncesto. No se me ocurre mejor entorno que Vitoria para recuperar las ganas de comerme el mundo, en una ciudad que respira baloncesto a los cuatro costados. Quiero volver a identificarme con un club, sentir sus colores y volver a sentir la pasión con la que siempre he vivido el baloncesto».