Maialen Loyo: «Me encanta poner el corazón a tope»

–¿El atletismo viene de serie en el ADN de la familia Loyo?

–(Risas). Hice gimnasia rítmica hasta los 11 años. Después con 19, tras haber dejado el deporte a raíz de estar en la Universidad, cogí algo de peso y tenía dolor en espalda y lumbares. Me tomé más en serio hacer deporte. Empecé a correr en carreras con 27 años, porque me animaba mi hermana Elena. Desde la primera, me enganché. Por eso llevo ya tres temporadas con Alimco Running Fiz y entrenando más en serio.

–Viene de hacer podios esta temporada en carreras de distancias cortas y diferentes, ¿cómo las elige?

–Me gusta ir bastante a mi aire en ese sentido. Es verdad. No compito en las habituales como la Behobia o la Media de Vitoria. Me gusta salir a Navarra, Vizcaya, Guipuzcoa, Teruel. Para mí es una manera de escaparme, evadirme en cierto modo de la rutina, ver sitios nuevos. Me gusta descubrir carreras nuevas y no suelo repetir, salvo una en Zierbena que me gusta porque durante parte del recorrido ves el mar.

–Cuénteme esa prueba que consiste en correr con 15 kilos encima.

–(Risas) Pues muy curiosa. Vi esa carrera y me apeteció. Era en Otxaran, en el municipio de Zalla. En verano me gusta hacer cosas duras, como carreras de monte con desnivel, cortas y explosivas, y otras rarezas. Y sí, fui con un saco de 15 kilos y con desnivel. Corrí 2 kilómetros. Ahí quedé tercera.

–¿Y el podio más especial?

–En Pico Navas del Pinar, una carrera de 3 kilómetros con un desnivel de más de 300 metros. En la parte de arriba casi había que escalar y en la bajada me caí. Pero fue una sensación de libertad.

–Su hermana Elena se ha centrado en el maratón, ¿usted prefiere distancias más cortas?

–Sí, sí. Las disfruto mucho más. Como he tenido problemas de fascitis, las carreras cortas no me pasaban tanta factura. El impacto continuado me afecta. Por eso, hay que saber escuchar al cuerpo. Pero al margen de esos condicionantes físicos, las pruebas cortas me llenan más. Este verano probé un 800 y me encantó. Si hubiese empezado en el atletismo más joven, me habría centrado en pruebas de 100 ó 200 metros. Me encanta esa explosividad y poner el corazón a tope.

–Es la pequeña de cuatro hermanas, pero a la que conocemos es a Elena, ¿qué piensa de su progresión en el atletismo?

–Yo flipo. Lo que ha conseguido es impresionante. Empezó con 27 años, igual que yo. Y todo lo que ha progresado en tan poco tiempo y a ese nivel es admirable.

–¿Le gustaría también dedicarse de manera profesional?

–Quiero intentar llegar a lo máximo. Es cierto que yo estoy más limitada. Elena tiene una capacidad de mejora tremenda. Ella desde pequeña ya tenía un físico privilegiado y una genética fuerte. Sobre todo, quiero disfrutar.

–¿Es su manera de escapar de la rutina?

–Yo no podría vivir sin correr ni hacer deporte. Es imprescindible en mi vida porque me da energía, felicidad, fuerza para afrontar los problemas y la vida.

–¿Y el antídoto para la tristeza? Este verano falleció una persona muy especial para usted.

–Ha sido un golpe muy duro. Nunca te esperas que alguien tan cercano con quien compartes tu vida todos los días se fuera así, de repente. Pero esto te abre los ojos y te mentalizas para vivir la vida aquí y ahora. Muchas veces aplazamos las cosas y tenemos presente, solo eso. Debemos vivir más y disfrutar de los momentos.

–Además del deporte, es una lectora empedernida y sabe cinco idiomas.

–Pues sí, la lectura me evade. Y a base de leer y escuchar, he podido aprender varios idiomas como francés, italiano o inglés, además de euskera. Si le pones interés y ganas, es posible.