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Maite Zuñiga (Eibar, 1966) no ha abandonado ese carácter guerrero que le llevó a convertirse en la primera atleta española en llegar a una final olímpica en Seúl y después conquistar en Barcelona la sexta plaza en los 1.500 metros. Los 22 títulos nacionales, dos finales olímpicas, le convirtieron en referente, «un vacío que existe desde la marcha de Ruth Beitia» reivindica la alavesa (de adopción) desde su conocimiento como responsable del área técnica en categorías cadetes y juveniles de la Federación Española de Atletismo.
-¿Discrepa cuando le recuerdan que abrió un camino en el atletismo femenino junto a Blanca Lacambra?
A nivel nacional, en la generación anterior a la nuestra había dos o tres atletas que fueron a la olimpiada de Los Ángeles. Estuvo Carmen Valero como gran referente… Pero una generación con tanta calidad y tan importante empezó con nosotras. Fue un punto y seguido si lo que queréis catalogar así. Hemos sido olímpicas, finalistas internacionales, records de España, el subcampeonato de Europa de Blanca. Fue un cambio radical con respecto a lo anterior.
-¿Era consciente de lo que suponía ser una deportista de élite en los años 80 y 90?
Yo creo que no. Todo empezó como un juego, por escapar un poco del ámbito familiar, de tener tus fines de semana con amigas, viajar. Buscábamos otras cosas y poco a poco eso te va llevando a una situación y se convierte en un trabajo porque forma parte de tu vida, haces lo que te gusta y encima se te da bien. Fue una progresión, pero en ningún momento pensábamos que estábamos marcando un hito en el atletismo.
Falta de referentes
-En esa inconsciencia de juventud, ¿se planteaban si había desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres?
-Te diría que nosotras en el atletismo hemos sido privilegiadas. A lo mejor había diferencias en cuanto al dinero que se invertía en patrocinios privados, managers, menos clubes femeninos, pero en lo que se refería a la propia federación deportiva yo creo que estaba todo bastante claro, con todo reglado y si llegabas a un cierto nivel con becas por igual. El atletismo es un deporte mixto desde el principio. En mi generación no me encontré con grandes desigualdades. Pero en la parte más económica sí que había diferencias justificando que el nivel del atletismo femenino era más bajo y tenía menos tirón. Lo de equiparar los premios ha empezado a considerarse hace poco. Antes era muy habitual.
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-¿Cómo ve desde la distancia el atletismo alavés?
Depende con qué lo compares. Encontrar una generación como la nuestra es un poco difícil, tanto a nivel alavés como nacional. Cada vez tenemos más entrenadores preparados, más niños y niñas, más escuelas. El nivel medio del atletismo ha crecido, pero falta una figura como referente. Teníamos a Ruth Beitia, pero su retirada deja un vacío. En Álava está Elena Loyo que tiene mucho mérito porque empezó tarde en el atletismo. Es un buen ejemplo de lo que digo. Con el boom del running hay gente que descubre el atletismo a edades tardías con su vida ya hecha. Y a lo mejor si hubiese empezado con 20 años, podría haber sido una atleta fantástica a nivel internacional. Lo es ya, porque es indudable, pero su carrera deportiva está limitada a alto nivel.
-Trabaja en la federación con niños y niñas con edades entre 14 y 17 años. ¿Por qué las niñas dejan el deporte en la adolescencia?
No es de ahora. Es algo que ocurre en todas las generaciones. Es un problema social. Es verdad, cada vez hay más mujeres universitarias, y compaginar estudios con deporte de alto nivel es muy complicado. En los años en que más hay que entrenar para crear la base para la alta competición hay que compaginarlo con los años académicos más duros. Y esa parte social que nos ocurre a las mujeres y es que la pareja que tienes no se adapta a que tengas que estar todos los fines de semana entrenando o compitiendo. Que el hombre se adapte a la vida de la deportista todavía es poco frecuente porque existe ese grado machista. Al revés, es habitual porque las mujeres lo ven más normal acompañar al novio o marido deportista y adaptarse a su ritmo de vida. Somos tan tontas todavía que somos capaces de sacrificar nuestras vidas. Y añadiría que también hay un problema cultural porque se sigue considerando que la mujer deportista es más masculina, menos femenina. Aburre mucho porque está muy alejado de la realidad, pero te diría que, algunos entornos familiares tampoco ayudan. Son muchas cosas que se hilan, pero si te das cuenta, son historias muy antiguas. Cada vez vamos dando pasos, pero se siguen dando.
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Posible desaparición del módulo de atletismo
-¿Considera que el esfuerzo de las mujeres sigue siendo mayor para lograr objetivos?
Nos cuesta muchísimo. Pero el problema que tenemos es que cuando llegamos arriba, creemos que tenemos que demostrar todavía que somos más fuertes, más guerreras. Y eso se vuelve en contra de nosotras mismas. Al final, si queremos cambiarlo, tienes que rodearte de gente buena. No creo en sistema de cupos. Si se abre la mano a la equidad y se mete a cualquier persona por el simple hecho de llenar para que haya mujeres, nos hace un flaco favor a las mujeres. Tenemos capacidad suficiente para que se nos valores por lo que somos y nuestra valía. Para los hombres no hay sistema de cupos. Creo que se denigra un poco la consecución de logros por el sistema de cupos.
-Vitoria se postula como ciudad europea del deporte, mientras el módulo cubierto peligra por la ampliación de Mendizorroza y la pista al aire libre necesita una reforma integral ¿cómo lo ve?
Mira. Ni Blanca ni yo disfrutamos del módulo pero es imprescindible para el atletismo alavés. Estoy harta, porque también pasaba en mi época, de que todo el dinero que se tiene que destinar para el deporte municipal y minoritario, al final, siempre recae en el fútbol y en las entidades privadas. Que el fútbol se lo lleve todo, y eso que yo vivo del fútbol por la profesión de mi marido, me parece muy triste. Creo que el campo de futbol de Mendizorroza tiene la capacidad suficiente para el público que acude a ver los partidos. Durante muchos años cuando el Alavés no estaba en Primera, el campo no se llenaba. Que puedan cargarse una instalación que es absolutamente necesaria para el atletismo de base y deporte municipal es algo que me lleva a los demonios porque todos somos deportistas y nos merecemos trabajar en las mejores condiciones e instalaciones. No entiendo que te puedas cargar algo que ya está hecho, que es municipal, para derivarlo a otro deporte que, además, beneficia a una entidad privada como es el Alavés. No me parece ético. Por eso, me uní a la iniciativa avalada por la propia federación española y clubes alaveses para que no toquen el módulo cubierto. Destruir algo que ya está creado y que tiene una utilidad probada con datos, simplemente para hacer un aparcamiento al que puedan acceder los señores del fútbol no es de recibo. Recordemos que es dinero publico el que se dirige a esa ampliación de Mendizorroza ¿Cuál es el beneficio para la ciudad? Todo es un sinsentido y, además, hay un señor que está ahí que se beneficia de todo esto y que quiere directamente hacer negocio. Es muy triste.
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- ¿Le molesta que algunas generaciones le conozcan más por su paso por el programa Supervivientes?
(Risas) Para nada. Quise vivir esa experiencia y ya. Para mí era una experiencia. Es un concurso que veo siempre, un reto personal. Te llega una edad en la que estás en otro tipo de vida, mucho más casera, mas rutinaria. Era como una ruptura para mí. Pero también tenía muy claro que ese reto se acababa cuando saliera de allí. Que ese mundo de la televisión no es mi vida, sino la que tengo, vinculada al deporte, y mi familia como madre y esposa. También te digo que si me plantean otro reto que me pueda atraer no lo descarto. Ya me ofrecieron ir al Conquistador del fin del mundo, pero fue demasiado seguido de Supervivientes. Soy una echada para delante.
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