Alberto Moyano
Jueves, 7 de febrero 2019, 00:57
Hubo un tiempo en la vida del Zinemaldia en el que los barrios donostiarras acogieron proyecciones de películas que ya figuran en la historia del cine, en el que la censura de un filme provocaba un seísmo cultural, en el que los movimientos sociales irrumpieron ... en la propia concepción del festival y en el que, en definitiva, el certamen mutó para siempre. La convulsa realidad se colaba en las salas de cine.
Publicidad
Fue entre 1976 y 1979, ese período que va de la muerte de Franco a la entrada en vigor de la Constitución y que se corresponde precisamente con el que han elegido los ocho alumnos de las áreas de Archivo y Comisariado de la Escuela de Cine Elías Querejeta en Tabakalera para comenzar la revisión del fondo documental del Zinemaldia. El resultado de esta labor 'arqueológica' se pondrá por primera vez a disposición del público este próximo otoño y de manera integral en 2020, con motivo del 70 aniversario del certamen.
Los archivos del Zinemaldia permanecen en una nave del barrio donostiarra de Martutene y a grandes rasgos contienen «la documentación administrativa, una hemeroteca muy completa y una fototeca clasificada por años, pero que habría que catalogar con más detalle. A esto se añade la colección de diarios del festival que el Zinemaldia publica desde sus inicios», explica Ana Redondo, documentalista y miembro del comité de selección del Festival. Sólo la documentación correspondiente al período de la Transición ocupa quince metros lineales.
A partir de este material, este grupo de estudiantes de la Elías Querejeta reconstruyen el periplo vital de un certamen que desde su creación en 1953 «se caracteriza por una centralización total ya que todo dependendía del Sindicato Nacional de Espectáculos, y del Ministerio de Información y Turismo –apunta Ana Redondo–. Esta centralización culmina con la dirección de Echarri, jefe del sindicato y productor, en cuya persona confluyen todos los intereses que el sistema quería».
Sin embargo, ya en 1976, primera edición tras la muerte del dictador, confluyen todos los factores que alumbran la tormenta perfecta: reivindicación de autonomía política, eclosión de los movimientos sociales, estreno de las libertades y una cierta emergencia de un nuevo cine vasco. Y el festival, que hasta entonces y bajo la dirección de Echarri «era muy elitista, con unos códigos de etiqueta muy marcados, cambia de arriba a abajo. De repente se organizan cineforums en Trintxerpe o con Marco Bellochio en Intxaurrondo», señala el profesor Pablo La Parra, coordinador del proyecto.
Publicidad
El acceso a los materiales ha supuesto para los alumnos de la Escuela Elías Querejeta una inmersión en la historia de sucesivos conflictos en cadena, tan propios de aquella época. Para La Parra, «el suceso que marcó el punto de ruptura en el certamen fue la muerte por disparos de la Policía de Jesús María Zabala en el transcurso de una manifestación en Hondarribia. «En ese momento, la calle irrumpe en el festival en el sentido de que le exige un posicionamiento político y a partir de ahí, el Zinemaldia intenta avanzar a la velocidad de las reivindicaciones de la calle». A raíz de la falta de posicionamiento del Festival, el productor Elías Querejeta decide retirar del certamen la película 'El desencanto', de Jaime Chávarri y, a continuación, la prensa que cubría abandonó también el Festival. En este sentido, La Parra señala que «a raíz de todo estos procesos, en 1977 se crea una comisión de barrios y pueblos que descentraliza las proyecciones de las películas. La idea, que se mantuvo hasta mediados de los ochenta, era sacar las proyecciones del Zinemaldia fuera de los círculos hasta entonces elitistas del Victoria Eugenia».
En 1978, la controversia estalló debido a la decisión de la distribuidora United Artist de vetar la proyección de 'Saló o los 120 días de Sodoma' (1975) de la restrospectiva que el Zinemaldia dedicó ese año a Pier Paolo Pasolini. Durante una mesa rendonda en la que participaban la actriz Laura Betti, el director Bernardo Bertolucci y el historiador Román Gubern, surgió la idea de redactar un manifiesto de protesta que suscribieron numerosas personalidades, entre otros, Jean-Paul Sartre, Camilo José Cela, Carlos Saura y Costa-Gavras. En vano. La división española de United Artist se salió con la suya y la cinta de Pasolini no se exhibió en España en condiciones de normalidad hasta 1980.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.