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Sucedió en la reunión anual de 1922 de la Sociedad para el Estudio de las Imágenes Sobrenaturales. Los asistentes querían una foto de recuerdo del ... encuentro y, aprovechando que estaba con ellos el médium William Hope, le pidieron que sacara una especial. Tenían «la esperanza» de que, gracias a su don, en la imagen se plasmaría «algún efecto psíquico», recuerda Arthur Conan Doyle, en 'The case for spirit photography' (El caso de la fotografía espírita, 1923). Así fue. Al revelar la placa, en el centro del grupo apareció un rostro «en medio de una nube de ectoplasma». «Uno de nuestros miembros identificó a este extra como una buena imagen de su padre muerto», asegura en el libro Doyle, entonces vicepresidente de la entidad.
EL FRAUDE
William Hope (1863-1933) fue uno de los pioneros de la fotografía espírita, un fenómeno que había 'descubierto' William Mumler a mediados del siglo XIX. El espiritismo moderno nació en una aldea del estado de Nueva York en 1848, cuando dos niñas, Kate y Maggie Fox, simularon comunicarse con los muertos para gastarle una broma a su madre el 1 de abril, Día de los Inocentes en el mundo anglosajón. La gracia se les fue de las manos y, en una sociedad con una altísima mortalidad infantil y millones de padres desconsolados, las Fox se convirtieron para muchos en un vínculo con sus hijos perdidos. A cambio de dinero, claro. Llegaron a ganar entre 100 y 150 dólares por noche. Con tal incentivo, pronto se multiplicaron los pícaros que se comunicaban con el Más Allá y, a mediados de la década de 1850, solo en Estados Unidos había unos 40.000 médiums dispuestos a consolar a quien fuera.
En 1861, William Mumler, un joyero de Boston aficionado a la fotografía, se hizo un autorretrato y, cuando reveló la placa, se vio acompañado por la diluida imagen de una prima muerta. Fue la primera de las muchas fotos de espíritus que obtuvo, incluida una del fantasma de Abraham Lincoln en un retrato de su viuda, Mary Todd Lincoln. «Desde Mumler en 1861 hasta William Hope en nuestro tiempo, ha habido de veinte a treinta médiums con aptitud para la fotografía psíquica, y entre todos ellos han producido miles de esos resultados sobrenaturales que se conocen bajo el nombre de 'extras'», explica Doyle en 'The history of spiritualism' (La historia del espiritismo, 1926), una de las cinco obras que dedicó a una creencia que profesó desde su juventud y de la que hizo apostolado tras la Primera Guerra Mundial.
No estaba solo el padre de Sherlock Holmes en su creencia en la fotografía espírita. «Que estos retratos sean realmente de las personas que representan no es lo esencial. El hecho de que cualquier figura, tan clara e inconfundiblemente humana como estas, aparezca en las placas tomadas en su estudio privado por un óptico experimentado y fotógrafo aficionado, que hace todos sus aparatos él mismo, y sin nadie presente más que los miembros de su propia familia, es la verdadera maravilla», dejó escrito en 1875 el naturalista Alfred Russel Wallace, codescubridor de la teoría de la evolución y devoto espiritista, en su obra 'On miracles and modern spiritualism' (Sobre los milagros y el espiritismo moderno), en referencia al médium londinense Thomas Slater.
Principal defensor
Medio siglo después que Mumler y al otro lado del Atlántico, Hope, un carpintero de la ciudad inglesa de Crewe, experimentaba con la fotografía cuando un sábado de 1905 se topó en una que había tomado a un amigo con una figura que no tenía que estar allí. El retratado la identificó como una hermana muerta. «Por entonces yo no sabía nada del espiritismo. Llevé la foto al trabajo al día siguiente y, al verla, un espiritista me dijo que se trataba de lo que se llama una fotografía espírita. Me sugirió que volviera a intentarlo el sábado siguiente en el mismo lugar y con la misma cámara, y así lo hice, apareciendo en la placa no sólo la misma mujer, sino también un niño. Pensé que era muy extraño, me hizo interesarme más y seguí con mis experimentos», contó Hope en su día.
Fundó el Círculo Espiritista de Crewe, y la carpintería pasó a mejor vida. Un año después, su credibilidad como médium recibió un importante espaldarazo. Convenció de su don al químico William Crookes con una imagen del espíritu de su esposa. El científico, uno de los más importantes de la época, no dudó de la autenticidad de la instantánea a pesar de que el físico Oliver Lodge, que había sido presidente de la Sociedad para la Investigación Psíquica (SPR) y era espiritista, detectó en ella signos de doble exposición y comprobó que la imagen de la mujer era idéntica a la de una foto de un aniversario de boda. Durante más de una década, la fama de Hope fue al alza y sus fotos de espíritus se multiplicaron, pero en 1920 fue por primera vez acusado abiertamente de fraude.
Haciéndose pasar por un tal D. Wood, Edward Bush, un miembro de la SPR, envió al médium una carta en la que le decía que su hijo había muerto y que quería contactar con él, e incluía una foto del joven. Cuando acudió a su cita con Hope y este sacó una foto con su cámara, en la imagen apareció el rostro del fallecido. Sólo había un problema: el muerto estaba en realidad vivo y no era hijo de Bush. Aunque parezca increíble, el evidente fraude no minó la credibilidad del médium a los ojos de Doyle, como tampoco lo hizo una posterior investigación de Harry Price, parapsicólogo y también miembro de la SPR, organización de la que el novelista era socio desde 1893.
El excarpintero decía que utilizaba para obtener sus fotos placas que le proporcionaban sus clientes y que no las manipulaba antes de ponerlas en la cámara. Esas placas «deben ser enviadas a Hope con varios días de anticipación para que, encerradas en su caja sellada, puedan ser sometidas a la 'influencia del médium'; como si dijéramos, para que las empollen los espíritus. Después de este tratamiento psíquico (que ya el lector debe suponer qué objeto tiene), llega el dueño de las placas a la hora señalada, abre la caja en el cuarto obscuro; Hope pone la placa en su viejo chasis y van al gabinete a sacar la fotografía. Vuelven al cuarto obscuro y allí, delante del interesado, se desarrollan las placas, en las cuales suelen aparecer 'extras'», resume irónicamente en su libro 'El espiritismo ante la ciencia' (1930) el jesuita mexicano Carlos María de Heredia, ilusionista y, como su amigo Harry Houdini, desenmascarador de médiums.
Price descubrió que Hope daba el cambiazo a las placas que le entregaban, lo que le llevó a concluir que, cuando ponía una en la cámara, esta ya llevaba impresa la imagen del espíritu correspondiente. La denuncia del fraude en la revista de la SPR incomodó tanto a Doyle que, como réplica, escribió 'The case for spirit photography' con el objetivo de defender al médium mostrando las 'pruebas' de su don, testimonios de creyentes satisfechos y fotos como las que ilustran estas páginas. «La decadencia de la mente de Doyle, que se manifiesta en su libro sobre las hadas escrito en 1922 [en el que da por buenas unas fotos de esos seres fantásticos sacadas por unas niñas], se confirma mucho más en su libro sobre la fotografía espírita, escrito en 1923», sentencia De Heredia en 'El espiritismo ante la ciencia'.
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