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Vuelven las 'flappers'
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2021 será el año en que resuciten aquellas mujeres de los años 20 inconformistas y deseosas de libertadEn el 2021 asistiremos al revival de las 'flappers', a la resurrección de aquellas chicas que inventaron el empoderamiento feminista en los felices años 20. ... Llegaron sin previo debate social, sin ministerio de igualdad o sin cuotas de género, únicamente impulsadas por la euforia de la posguerra y la victoria de las sufragistas. Inconformistas y ansiosas de libertad, desafiaron y derribaron las convenciones conservadoras que las marginaban. Fumaban, llevaban faldas cortas, lucían el 'bob', con o sin flequillo; bailaban y escuchaban jazz, fueron sofisticadas e independientes o incluso tan libres, según Noel Coward, que hasta utilizaron su erotismo como si fuera una red para pescar camarones. El año que viene dos exposiciones recordarán a las 'flappers', a esa personificación del cambio de rol de las mujeres en el siglo XX o a esa expresión de modernidad femenina tan revolucionaria en lo social como en lo cultural. Una de las muestras es la que dedicará en primavera el Museo Guggenheim Bilbao a los años 20, vinculando el cambio social en las grandes ciudades europeas a los movimientos de vanguardia originados en las artes, en la moda, en la música o en la sociología. La segunda viajará de la National Gallery de Washington al Metropolitan de Nueva York, para centrarse en la fotografía, en la visión de las propias mujeres detrás de la cámara, reflejando su propia perspectiva y los cambios en la estética y en la imagen de un feminismo emergente y autónomo. Por supuesto que el desafío de las 'flappers' nunca fue suficiente, jamás tan revolucionario como para lograr una completa equiparación de géneros o una presencia semejante e igualitaria en todos los ámbitos sociales, incluido el artístico o el cultural. Prueba de ello es que cien años después el feminismo todavía sigue construyendo una autonomía individual y colectiva para las mujeres. Pero aquel movimiento en los años 20 fue espontáneo y natural, sin imposiciones políticas y con un impacto decisivo en la creación y la expresión cultural. Su rastro y su influencia, sí, continúan hoy tan evidentes como imborrables.
Música
Dos viejas glorias del 'show bizz' nos han enseñado esta misma semana el estado creativo, tecnológico y financiero del negocio musical. Paul McCartney anunció el lanzamiento de su nuevo trabajo, un disco grabado en la soledad de su confinamiento que demuestra cómo la tecnología ha dejado atrás los grandes medios de producción musical. Porque quien más o quien menos graba ahora en solitario con el Apple Garageband, el alquiler de ritmos de BeatStars o el Splice, logrando hits inimaginables que explican cómo Spotify recibe diariamente miles de canciones nuevas. Tecnología, creatividad y royalties, como también ha certificado Bob Dylan al vender su catálogo por cerca de 300 millones de dólares. En efecto, los hits y los catálogos de canciones son hoy más que nunca activos financieros del negocio que se compran y se venden en conjunto por los fondos de inversión.
Moda
Hace 60 o 70 años los desfiles de la casa Balenciaga en el 10 de la Avenue George V se celebraban en medio de un silencio sepulcral, algo muy a tono con el carácter discreto y reservado del maestro de Getaria. Entonces las maniquíes desfilaban entre clientes, llevando en la mano el cartel con el número de cada modelo. Nada que ver con las grandiosas escenografías, los montajes audiovisuales y las convocatorias gigantes de medios e influencers que han caracterizado en la última década las presentaciones de las colecciones. Pero los tiempos cambian y la realidad avasalla en tiempos de crisis. Lo digo porque el pasado domingo la Maison Balenciaga presentó de forma revolucionaria la colección diseñada por Demma Gvasalia para el otoño 2021. Fue un desfile en realidad virtual, para lo cual se había distribuido a profesionales de todo el mundo un casco VR acompañado de un código QR y una invitación para conectarse a las 14.00 horas. Un espectáculo inmersivo y casi de ciencia ficción. Mejor no imaginar lo que hubiera dicho Cristóbal Balenciaga.
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