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Es difícil ver a Ortzai y a Iker Ortiz de Zárate salir de su querido pero pequeño teatro de la Pintorería. Alma máter de prometedores dramaturgos, esta «familia» no se dejaba ver por el Festival de Teatro desde que presentaron 'Cándido' allá por 2015. De ... ahí que ahora afronten con «mucha ilusión» volver a verse las caras con el gran público. Sí, hoy a las 19.30 horas Ortzai volverá a tener el honor de levantar el telón del Principal con 'Perra', su última obra basada en textos griegos.
- ¿Qué es 'Perra'?
- Es un proyecto acariciado desde hace mucho tiempo, que involucra a un número elevado de intérpretes y que está basado en dos tragedias griegas de Eurípides.
- ¿Qué se siente al estrenar y volver al Teatro Principal?
- Es una gran noticia y me hace muchísima ilusión. Eso sí, los nervios, las incertidumbres y las urgencias son siempre las mismas estés donde estés. Eso no cambia.
- No es habitual verle en Festival Internacional de Teatro de Vitoria, ¿se le va a ver más?
- La última vez que estuvimos fue en 2015 con 'Cándido'. Ahora regresamos, pero quién sabe, nunca tienes la certeza y tenemos que emprender proyectos nuevos. No se puede saber.
- ¿Hacía tiempo que no escribía una obra desde cero?
- 'Perra' es una obra basada en textos ya existentes en su inmensa mayoría y luego sí que hay algún texto introducido por mi.
- ¿Le ha supuesto como director un reto dramatúrgico?
- No, porque no he tenido el reto más difícil, que es el de enfrentarse a un folio en blanco. Aquí ya había un material de partida. Eso no quita que sea un trabajo muy fuerte de dramaturgia. Pero lo peor es el folio en blanco. En este caso no lo he tenido que sufrir.
- Acostumbrado a un escenario pequeño como el de Ortzai, la escenografía del Principal debe dar más respeto.
- No, porque date cuenta de que los espectáculos que producimos en Ortzai muchas veces van a espacios más grandes.
- ¿'Perra' quiere transmitir algún mensaje o moraleja?
- Sí, tiene muchos mensajes muy claros, pero no una moraleja. Tiene reflexiones muy claras sobre violencia, abusos, igualdad... es una obra dura.
- ¿Cuantos actores llegarán a salir a escena?
- Llegarán a salir hasta 60 personas. Sobre todo por el número de soldados y troyanos, que han hecho un trabajo excepcional. Entre ellos, muchas personas que han regresado a Ortzai después de un tiempo.
- El elenco entonces es extenso, ¿ha sido difícil de coordinar?
- Para nada, he dirigido obras mucho más grandes. Rodé durante unos años una obra en Rioja Alavesa y había más de 100 personas participando. Comparado con aquello todo es poco.
- ¿Y como está Ortzai de salud tras la pandemia?
- Hay mucha esperanza por dejar la pandemia atrás, pero también no hay que obviar que hay muchas dificultades derivadas del momento que estamos pasando.
- ¿Es fácil emprender una empresa cultural en Vitoria?
- La dificultad principal de Vitoria como una ciudad relativamente pequeña es la masa crítica, el público potencialmente interesado en consumir teatro de forma habitual o dedicarse a la interpretación es escaso. Las poblaciones más grandes siempre van a ofrecer más facilidades en ese sentido. Luego es verdad que un marco humano, más pequeño y tan asequible como Vitoria favorece que se conserven más relaciones personales y ese deseo de hacer comunidad y trabajar por la ciudad. También hay sensibilidad institucional.
- ¿Cree que es la suficiente?
- En este sentido creo que estamos en un momento privilegiado. En general, en la pandemia se ha demostrado esa sensibilidad y que ese apoyo es muy alto.
- ¿Qué le parece esta edición del Festival de Teatro? ¿Hay suficiente variedad?
- Totalmente, hay muchas obras y de distintas procedencias. Además, este año hay que destacar el elevado número de estrenos. Es una cosa que es muy de valorar porque no siempre se puede garantizar. De verdad, es muy difícil. Depende de los proyectos que se estén desarrollando a nivel local o nacional. Los estrenos hay que tener en cuenta que, claro, solo vienen avalados por trabajos previos. No son conocidos. Pero siempre aportan un plus de emoción.
- ¿Irá a ver alguna obra?
- Quiero ver 'Faces', 'Don Juan' y 'The Tree', sobre todo por la autoría, la dirección y los intérpretes. En el caso de Don Juan también por la curiosidad de ver cómo han tratado el mito porque en sí la historia es de sobra conocida. Es ver cómo lo tratan otros compañeros y en otros países.
- ¿Vitoria puede enorgullecerse de su oferta escénica?
- Vitoria ha sido siempre una ciudad de teatro y de cine. Eso lo tengo desde mi infancia. El recuerdo de todas las salas que había, lo bonitas que eran algunas y, por desgracia, cómo han ido desapareciendo dolorosamente. La ciudad estaba plagada. La iniciativa colectiva y personal por el teatro y el cine es una de las cosas que distingue a Vitoria y que hay que incentivar y promocionar. El teatro y el cine hacen ciudadanía.
- Ortzai es una escuela que ya empieza a ser conocida, ¿cree que está poco valorada?
- Ortzai quiero pensar que ha sido una aportación a la ciudad. Y, aunque suene quijotesco, ese fue el espíritu que animó desde el principio la fundación de Ortzai, que fuera un proyecto de y para la ciudad.
- ¿Ha pensado alguna vez en mudarse para ampliar aforo?
- Muchas personas lo dicen y sería maravilloso. Pero también es maravilloso estar donde estamos, por el propio espacio, por lo se ha vivido y creado allí. También por estar en el corazón de la ciudad. Nosotros sentimos en su día que la parte vieja era un sitio desde el que podíamos aportar especialmente. Ha habido otras opciones con espacios más fáciles y de mayores dimensiones, pero hay un amor a la 'almendra'. Sería un sueño tener algo mayor y nos facilitaría el trabajo, pero a nivel emocional creo que aportamos más desde la 'Pinto'.
- Después de 'Perra', ¿que nos depara Ortzai esta navidad?
- Vamos a continuar con la actividad habitual. Estamos con muchas expectativas e ilusión porque es uno de los sellos de Ortzai porque volvemos a ese público familiar, a un público intergeneracional. Para nosotros, que vengan juntos padres, niños y abuelos nos gusta porque sentimos que trabajamos por hacer ciudadanía. No es solo por el momento que se vive en sí, también por hacer que personas de diferentes experiencias vitales hablen entre ellos y compartan lo que han visto. Eso es lo más bonito. Este año creo que empezaremos por el 'Cuento de Navidad' de Dickens.
- ¿Qué tal funcionó el año Molière?
- Ha sido una experiencia genial. Es una colaboración de distintos artistas de fuera de Vitoria, pero que conectó mucho con el público. Le dimos una vuelta llevándonoslo a la Guerra Civil. Es una época que sigue doliendo, pero de la que ha pasado tiempo para tratarla en tono cómico. Ha sido una satisfacción mayor de lo que esperaba. Las risas eran continuas y se entendió muy bien. Se llegó a lo que queríamos, vivir un Molière como creemos que se debió vivir en su época, con ese toque de provocación. Molière azuzaba el humor con cosas muy próximas y este 'Tartufo' el público lo ha sentido muy próximo.
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