Vida y milagros de un coliseo con 130 años
Teatro Arriaga ·
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Teatro Arriaga ·
La celebración del aniversario se ha suspendido por el Covid-19 pero no tardará en pasar página. Nació con buena estrellaEl Teatro Arriaga cumple hoy 130 años pero estará cerrado a cal y canto. La pandemia no perdona. Tampoco a un coliseo que nació de la mano de la gente. O mejor dicho, del bolsillo: la villa rondaba los 55.000 habitantes a finales del siglo XIX pero la población ya soñaba con un teatro de 1.500 butacas. ¿No lo tenían las grandes capitales? Se abrió una suscripción popular para recabar fondos y no se tardó en llegar al millón de pesetas. Después, se constituyó una sociedad anónima para sacar adelante el proyecto del arquitecto Joaquín Rucoba. Lo demás es historia. Nada menos que 130 años. Hoy estaba previsto celebrarlo con la Sinfónica de Bilbao y Joaquín Achúcarro. Una velada magnífica que no podrá ser. Pero habrá otras. No hay más que echar un vistazo a la historia del teatro. Nació con buena estrella.
«Todo lo más selecto de Bilbao en juventud, hermosura y opulencia encontrábase allí reunido y como exaltado en un trono». Así describe 'El Noticiero Bilbaíno' el ambiente en platea, poco antes de que el maestro catalán Joan Goula se pusiera al frente de la orquesta el 31 de mayo de 1890. La inauguración con 'La Gioconda' atrae a la crème de la crème, pero la ópera de Ponchielli no gusta demasiado. Ni siquiera con Mattia Battistini, el 'rey de los barítonos'. Eso sí, el público se mantiene fiel al 'Nuevo Teatro', que así se llama al principio.
Lo llenan hasta la bandera, sobre todo cuando actúa María Guerrero. En Bilbao adoran a la actriz madrileña, casi tanto como al tenor Florencio Constantino, que es de Ortuella. Hasta viene Sarah Bernhardt con 'La dama de las camelias'. Y se estrenan las óperas vascas 'Chanton Piperri', de Buenaventura Zapirain, y 'Maitena', de Charles Colin. Así las cosas, llega el momento de que el teatro reciba un nombre en condiciones: 'Arriaga'. La gente lo llama así, al encontrarse delante de la plaza que rinde homenaje al músico bilbaíno, y la voz del pueblo se impone. Arriaga se queda.
Se desata el furor por el cine y el Arriaga empieza a proyectar películas. «La gente no desaloja la sala ni a tiros», se dice en las crónicas de la época. El Arriaga vive un momento dulce hasta que el 22 de diciembre de 1914 se desata el enemigo soterrado de todos los teatros: el fuego. La chispa salta en un guardarropía cerrado con llave. Nunca se sabrá cómo se produjo. Se salva en el último momento la vida del conserje y sus dos hijos.
El arquitecto Federico de Ugalde se encarga de la reconstrucción y decide darle todavía más empaque, con predominio del color oro, en contraste con el granate de las cortinas de plateas y palcos. El techo es obra del pintor Eloy Garay -con alegorías de la Música, la Poesía, la Comedia y la Tragedia- y la parte alta luce las estampas de Wagner, Lope de Vega, Beethoven, Arriaga... El nuevo edificio se inaugura el 5 de junio de 1919 con la ópera 'Don Carlos'. Después, llegan los felices 20 con sainetes, revistas, operetas y zarzuela. Pero la efervescencia no tarda en flaquear. Solo las actrices Margarita Xirgu, Lola Membrives y Celia Gámez salvan las temporadas. En 1936, Xirgu protagoniza 'Yerma', de Lorca. Luego marcha a Argentina y no volverá a España. La Guerra Civil lo cambia todo.
Una vez terminada la guerra, todo empieza a rodar poco a poco. Bilbao tiene cerca de 200.000 habitantes y estrena los primeros trolebuses de España. El 31 de mayo de 1940 nadie celebra los primeros 50 años del Arriaga pero el público abarrota el auditorio para disfrutar de 'Reinar después de morir', una obra clásica imponente. Luego se va corriendo para jalear al Circo Corzana en Alameda Recalde. Incluso los socios del Club Náutico, que tienen sus dependencias en la primera planta del Arriaga. En 1947 se invita a Giuseppe di Stefano para que cante a beneficio de los asilos del hospital civil y de la Santa Casa de Misericordia. Un lujo. En 1948 ya circulan más de 16.000 coches. En el Arriaga se estrenan comedias como 'El baile', de Edgar Neville, y la población empieza a recuperar la confianza en sí misma. En 1955 se funda la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales.
Se encarga la gestión del teatro a la empresa de espectáculos Trueba. En 1963 debuta Gila y triunfa 'El caserío'. El público adora a Guridi. Pero también siente curiosidad por Narciso 'Chicho' Ibáñez Serrador, que en 1970 protagoniza la comedia 'El agujerito', escrita y dirigida por él. El teatro se llena con sus seguidores. El cine y la televisión cada vez tienen más audiencia. Bien lo sabe Ibáñez Serrador. Soplan vientos de cambio. Hay que apostar por la variedad.
En la programación del Arriaga lo mismo aparece Raphael que el teatro experimental de Akelarre o el cante de Juanita Reina. Pero no basta el entusiasmo para sacar adelante el teatro. En 1977 apenas se ofrecen seis espectáculos. El colofón llega de la mano de la película 'Makarras conexión', de los hermanos Calatrava. El 11 de octubre, el gobernador ordena su cierre. La sociedad anónima, propietaria del Arriaga, cede el edificio al Ayuntamiento de Bilbao.
El 26 de agosto de 1983 llueve torrencialmente. Sin parar. Se inunda la planta baja y parte de la primera. En algunas zonas de Bilbao el agua llega a los cinco metros. Hay que desalojar los bajos comerciales que antaño habían acogido agencias de viajes, despacho de entradas para los toros, cafetería... Se invierten 1.500 millones de pesetas para recuperar el teatro. Se reinaugura el 5 de diciembre de 1986, con la Sinfónica de Bilbao, la Coral, Joaquín Achúcarro y Félix Ayo. Pocas semanas más tarde, se elige como gerente a Luis Iturri, con dilatada experiencia como actor, director de escena y promotor.
No tardan en pisar el escenario las grandes estrellas. Desde Camarón de la Isla a Rostropovich o José María Rodero. No se duda en tirar la casa por la ventana: en 1990 se monta 'Otello' con Plácido Domingo y dirección escénica del propio Iturri para culminar el centenario del Arriaga y en la temporada siguiente se estrena mundialmente la ópera 'Medea' de Theodorakis. En 1997 el panorama es distinto. Se calculan pérdidas de 70 millones de pesetas y se plantea el cierre. Iturri fallece al año siguiente de cáncer. Tras una transición convulsa, se decide apostar por la dirección bicéfala: la parte económica y artística no coincidirán en la misma persona. En 2004 Lluís Pasqual asume el cargo de asesor artístico del Arriaga. Exdirector del Teatre Lliure y del Centro Dramático Nacional, llega con una intención clara: no aburrir.
Lluís Pasqual empieza fuerte como asesor artístico. Ofrece su versión de 'Hamlet' con Eduard Fernández, y Marisa Paredes. Tampoco descuida a los más pequeños: junto a Raúl Cancelo (director de Hortzmuga) y Fernando Bernués (Tanttaka), saca adelante un espectáculo infantil que conjura la magia del teatro. Se ofrecen 84 funciones. Da la impresión de sentirse a gusto en Bilbao. Pero la etapa de Pasqual no dura más de tres años. En 2007 decide no renovar su contrato.
El relevo lo toma Emilio Sagi, exresponsable artístico del Teatro de la Zarzuela y del Real. En cuanto pisa la villa, se compromete a transmitir «la modernidad que tiene Bilbao». Sorprende su capacidad para reinventar el género de la zarzuela. Sus versiones de 'Katiuska' y 'Mirentxu' no huelen a naftalina. En sus programaciones hay sitio para los musicales como 'Hoy no me puedo levantar', las adaptaciones teatrales de cinco horas ('2666') y el ballet de Igor Yebra. En 2014 toca techo con el estreno mundial de la ópera 'El juez', de Kolonovits, una coproducción del Arriaga con Josep Carreras, que atrae a melómanos de Tokio y Nueva York. Se graba por la televisión austriaca y el montaje, con dirección escénica de Sagi, se presenta en Viena y Moscú.
La etapa de Sagi se cierra en 2016 y da paso a Calixto Bieito, un director de escena con fama de polémico. En Bilbao marca territorio con '¡Gesualdo!', una 'performance' en la que un actor desnudo aguanta golpes, arañazos y empujones de los cantantes; y sobrecoge en un montaje de 'War Requiem' cargado de frenesí. Hay mucho de expresionista alemán en Bieito, pese a que nació en Miranda de Ebro. Todo lo lleva al límite y se siente cómodo con las abstracciones. Su versión escénica de 'Obabakoak' carga las tintas en la locura y también se representa en Stuttgart. Ahora más que nunca, el Teatro Arriaga mira hacia Centroeuropa.
El Arriaga tenía prevista hoy una celebración por todo lo alto. Se iba a interpretar la obertura de 'La Gioconda' y el Concierto n° 4 para piano de Beethoven. En condiciones normales el teatro estaría lleno hasta la bandera. Pero el Covid-19 lo ha desbaratado todo. En estos momentos, la consigna es volver en cuanto se pueda. ¿Cuándo exactamente? No se aventuran fechas. La evolución de la pandemia marca los ritmos, pero se intentará ofrecer algún espectáculo (se espera que 'Hoy última función', con Ramón Barea e Itziar Lazkano) en junio. El aforo es un factor clave para recuperar el ritmo de la programación. La Red Española de Teatros de titularidad pública recuerda que «el 60% de la capacidad es el umbral que hace viable una temporada». Y todo el sector coincide en que lo ideal sería poder volver en septiembre al 100% del aforo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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