Es evidente que a Goya se le puede considerar como el más claro precursor del expresionismo y que su obra resuena en la de Edvard Munch, puntal del movimiento. Pero había que demostrarlo y eso lo que ha hecho el museo de Oslo dedicado al ... pintor noruego, no sin dificultades, para la exposición que ha inaugurado esta semana. Los 'goyas' se prestan con cuentagotas. Son demasiado valiosos y todo el mundo quiere tenerlos en casa.
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Aun así, el centro situado frente al fiordo de la ciudad ha conseguido para la muestra 'Goya y Munch. Profecías modernas' préstamos del Metropolitan de Nueva York, entre otros museos estadounidenses, y del Lázaro Galdiano y del Prado en Madrid. También ha viajado hasta Oslo el retrato de Leandro Fernández de Moratín, perteneciente a la colección del Bellas Artes de Bilbao y que se exponía desde junio en Tabakalera. Cuelga en un espacio privilegiado, en la sala donde se explica el propósito de la muestra y al lado de otro retrato de Munch, el de Thorvald Torgerssen.
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La colección del museo es el objeto de muchos deseos y cada año recibe unas cien peticiones. Como suelen venir de centros de arte acreditados, la práctica totalidad se resuelven positivamente, si bien cada una se estudia al detalle. Entre las obras que ahora mismo viajan por el mundo, figuran siete cuadros de Ignacio Zuloaga más los cuatro del Santuario de Arrate en Eibar que se restauraron en sus talleres. Forman parte de una exposición sobre el pintor vasco en la Kunsthalle der Hypo-Kulturstiftung de Múnich, cuya próxima parada está en Hamburgo.
Antes de cada aprobación, hay muchos cabos que atar. Decir sí depende de la envergadura y la coherencia expositiva de la institución que solicita el préstamo, pero también de su sistema de vigilancia, que tiene que ser de 24 horas y mejor con presencia física de los guardas durante todo ese tiempo. No es menos importante el viaje, el embalaje, la compañía de transporte, a la que se pide la identificación del vehículo y de todos los intervinientes en el proceso, y la protección policial en casos de obras valiosas, que van siempre con su chip para que se pueda seguir su trayectoria por GPS. Con esto no basta. Una persona del museo o bien viaja con las piezas o está en el destino para certificar que el proceso se ha realizado sin incidentes, el de ida y el de vuelta. A estos centinelas se les conoce en el lenguaje museístico como 'correos'.
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Además del 'goya' y los 'zuloagas', el museo tiene el 'Gran óvalo' de Tàpies en el Bozar de Bruselas. Luego irá al Reina Sofía y a la fundación dedicada al pintor catalán en Barcelona. El 'Sátiro tocando la flauta' de Jordaens se codea con Rubens en una exposición en Mantua (Italia), y el 'San Pedro en lágrimas' de Murillo luce su dramatismo en el Carmen Thyssen de Málaga. Dos cuadros del surrealista Luis Fernández se exponen en la Fundación Cristina Masaveu Paterson de Madrid. Más tarde recalarán en Oviedo.
«Cuando se ponen en contacto contigo ya conocen a fondo la pieza y a veces vienen a verla a Bilbao para ver sus características físicas, de modo que puedan hacerse una idea más exacta para encajarla en el diseño expositivo. Esto suele ocurrir como tres años antes de que se celebre la exposición, aunque el remate final de los permisos y los papeles suele ejecutarse unos seis meses antes», explica Javier Novo, coordinador de colecciones del Bellas Artes.
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El centro que pide la obra asume los gastos de transporte y seguros, además de la presencia del correo o correos del museo prestamista, que exige unas condiciones ambientales óptimas, como el control de temperatura y humedad, planes de evacuación y de previsión de riesgos. Si se trata de grabados, puede que no tengan marco y la factura del enmarcador también la paga quien los recibe. Hay que sumar por otro lado el coste de las cajas, con su diseño y sus materiales para eliminar vibraciones, humedades, los posibles efectos del fuego y la acción de los insectos. Cada museo tiene un color asignado para las cajas como método para facilitar su identificación. El del Bellas Artes es rojo granate.
Para que una obra salga al extranjero necesita el permiso del Ministerio de Cultura, que exige conocer qué rutas atravesará. Novo lo explica con un ejemplo hipotético y límite, pero ilustrativo. «Imagínate que un cuadro está en Grecia y que la siguiente parada de la muestra está en Finlandia. No puedes atajar por Ucrania».
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El conservador del museo ha actuado varias veces como correo. «En una de las últimas, acompañé a un 'sorolla' desde Dublín, en el ferry que llega a Santander. No es habitual se hagan traslados en ferry. Evitamos el mar a toda costa por el movimiento, y también los grandes viajes». En otro traslado de Cleveland a Chicago veló por la obra en un 'following car', en un coche que seguía al camión con las piezas.
Según su experiencia, el paso a través de Francia suele ser el más problemático. «Cuando te paran, hay gendarmes que quieren abrir las cajas, para lo que no tienen autoridad. Al final, se limitan a revisar los papeles. Lo último que quieres es que las cajas se abran. Supongamos que el recipiente se mantiene al 55% de humedad relativa y en el sitio de la apertura está disparada. El efecto es de lo más perjudicial».
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La policía no sólo está para vigilar sino también para custodiar. La Nacional en España protege la carga durante el viaje en un coche sin distintivos. «Lo hace si el valor de la obra u obras está en el entorno del millón de euros. Aunque esta cifra no está estipulada en ningún sitio y, dependiendo de las particularidades de las piezas, puede ser más o menos. Además de la prevención ante el robo de las obras, lo que aquí funciona es el miedo al robo del camión, más habitual».
Hay piezas cuyo préstamo sólo se contempla en casos extremos. «Si se monta una gran exposición sobre Lucas Cranach en Alemania, entonces se podría prestar 'Lucrecia' (uno de los cuadros más valiosos de los fondos del museo). 'El festín burlesco' de Mandjin estaría en la misma situación». Aparte de su relevancia, están pintados sobre tabla, lo que acrecienta el riesgo de desprendimientos de la capa pictórica. «Ahora hemos prestado un 'goya' a un museo extranjero pero sería muy difícil desprendernos de los dos que tenemos si van a una institución lejana», agrega.
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Prestar tiene sus ventajas. Aumenta la visibilidad y el prestigio del museo y de su colección. «Hacemos una valoración cuando la obra llega a casa y siempre es muy positiva», concluye Novo.
Obras prestadas
Zuloaga en Múnich 'Picador gitano', 'Retrato del conde de Campo Alegre', 'Retrato de la condesa Mathieu de Noailles', 'Retrato de doña Rosita Gutiérrez', 'El cardenal', 'Paisaje de La Rioja' y 'Víctima de la fiesta'.
Goya en Oslo. 'Retrato del poeta Moratín'.
Tàpies en Bruselas. 'Gran óvalo'.
Jacob Jordaens en Mantua. 'Sátiro tocando la flauta (La infancia de Júpiter').
Murillo en Málaga. 'San Pedro en lágrimas'.
Luis Fernández en Madrid. 'Corrida de toros' y 'Cabeza de toro muerto'.
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