Verano azul

Si 'Crónicas de un pueblo' fue la serie costumbrista pionera de nuestra televisión (Garci suele decir que está tan bien hecha que parece de Truffaut), 'Verano azul', que TVE repone estos días, instauró un paraíso en la memoria sentimental de los españoles: el de los veranos de la niñez, que ya los recordamos silbando la tonadilla de Carmelo Bernaola a lomos de una bici aunque jamás hayamos pisado Nerja. Un paraíso perdido que, claro, no fue tal. Según la escritora Mercedes Cebrián, la pandilla de 'Verano azul' era «la sinécdoque de lo que se deseaba que fuese el pueblo español». Una generación que llegó a la mayoría de edad en democracia y que hoy se solaza en la nostalgia.

Inocencia, almíbar y lecciones de vida que no funcionan igual que en 1982, aunque el talento de Mercero logra que la serie, con su catálogo de 'grandes temas', resista reposición tras reposición. Un apunte personal. Mi hijo de seis años, capaz de ver 'Bob Esponja' en bucle durante horas, tuvo pesadillas con el capítulo en el que Julia recuerda a su marido y su hija, fallecidos en accidente. Espera a que cante el Dúo Dinámico y palme Chanquete.