«El medio es el mensaje». Esa era la primera frase que nos inoculaban a los estudiantes de Periodismo. Cada vez que la pronunciábamos parecía como si fuéramos más sabios. Más periodistas. «Sí, ya lo dice McLuhan, el medio es el mensaje», resolvíamos en bares. ... Ahora, la verdad, es que no me creo mucho la frase y disfruto poniendo en duda al bueno de McLuhan. Sin embargo, su frase fue lo primero que me vino a la cabeza tras ver 'Undone'.

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La serie de Amazon Prime tiene una forma especial. Genuina. Es animación pero también es imagen real. Es una mezcla maravillosa que va más allá del efectismo, con un altísimo valor narrativo. Sí, eso es: la forma es, al menos, parte del mensaje. 'Undone' cuenta la vida de Alma, una joven que tras sufrir un accidente de tráfico encuentra la manera de hablar con su padre, que murió cuando ella era niña. La serie es un prodigio de la imaginación, una maravilla narrativa que habla de esa conexión irrompible entre padres e hijos y de, por supuesto, el tiempo. Porque esta es una serie de viajes en el tiempo. O de algo parecido.

En este viaje juega un papel fantástico Jacob, el padre de Alma, interpretado por -reverencia- Bob Odenkirk. Jacob es una suerte de Obi Wan con tintes de Morfeo y aspecto de Saul Goodman. Sus diálogos, bueno, los de toda la serie, funcionan como un martillo rítmico, como una poesía que embelesa y aturde al mismo tiempo.

Los capítulos de 'Undone' duran media hora, muestra patente de que para contar una buena historia no hace falta tanto tiempo. Vamos por la segunda temporada y, de verdad, merece la pena subirse al carro. Después de McLuhan, por cierto, la segunda frase que nos grababan a fuego era «duda de todo». Ambas frases deberían estar en la sinopsis de 'Undone'.

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