'The Tender Bar'

Ver una película en casa suele ser el descanso de una serie. El cuerpo me pide parar y disfrutar de algo con principio y final. Por eso, les decía, tiendo a unir cada film al anterior, como si tuvieran algo que ver por el mero hecho de proyectarse en mi televisión; como si fueran partes de una misma historia. Las últimas tres que he puesto forman una trilogía maravillosa sobre la creación: 'Tick, Tick... Boom!', 'Fue la mano de Dios' y, la última, 'The Tender Bar'.

Un joven sueña con escribir un musical y se descubre cantando el fracaso. Un adolescente corre por Nápoles hasta que el cine le golpea dentro. Y un niño se sienta en un bar y lee. Tres películas sobre la vocación y la vida, en su sentido más íntimo y amplio posible. En 'The Tender Bar' (que en España se titula 'El bar de las grandes esperanzas'), dirigida por George Clooney, hay una escena que me gustó especialmente. Es un diálogo entre el niño y su tío, interpretado por Ben Affleck, que termina con una maravillosa reflexión: «Para ser abogado tienes que terminar una carrera y colegiarte, pero uno es escritor desde el momento en que lo dice en alto».

Películas de esas que deberían terminar en una sala oscura, clavado en una butaca, con un foco encendiéndose y una reflexión que se graba hondo mientras corretean los título de crédito en la pantalla. Ah, el cine.