Tras anunciar que se iba a casar en sus redes sociales, Tamara Falcó aprovechó su presencia en 'El Hormiguero' para aportar todo tipo de detalles y dar la fecha del enlace. «Estaba tomando mi sopa de ayuno y de repente veo a Iñigo muy nervioso», ... comenzaba la colaboradora. «¿No quieres un vinito?», le preguntó Onieva «No, es el día de descanso digestivo», respondió ella extrañada. El pretendiente estaba nervioso y quiso romper el hielo, decidió poner unas velas y se lanzó. «De repente hinca la rodilla y me pide en matrimonio», recordaba Tamara emocionada. La mujer aceptó el envite y entonces su novio se percató realmente de lo que había hecho. «Luego casi le da un ataque al corazón. ¡Qué movida, qué movida!, repetía echándose las manos a la cabeza», comentaba Falcó. Era el 22 de septiembre.
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«Fue todo muy bonito y creo que voy a ser muy feliz, y le voy a hacer muy feliz a él», declaraba Tamara ante Pablo Motos y compañía. La hija de Isabel Preysler está pletórica y no lo ocultaba. «¡Estoy tan emocionada…! Está Putin a punto de matarnos a todos y yo estoy flotando», afirmaba pestañeando en tono romántico. Juan del Val quiso saber entonces algo. «¿Influyó la enorme presión que se ejerció desde esta mesa?», cuestionó. «Estoy segura. De hecho, deberíamos seguir con esto porque podría ayudarme en muchas otras cosas», bromeaba.
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El presentador ahondó en la información solicitando datos más concretos. «¿Tenéis fecha?», interpeló. «Sí. Nos casamos en junio, si todo va bien el 17 de junio», descubrió Tamara. Motos sonreía satisfecho, pero pronto su gesto cambió. La entrevistada desveló que la cosa no acababa ahí, tras la petición de mano en privado, tocaba la pública. «Ahora tiene que pedirle la mano formalmente a mi madre. Habrá una comida y allí tendrá que repetirlo todo», afirmaba riendo. El comunicador alucinaba. «Me he perdido hace rato», comentaba.
Faltaba saber dónde será el enlace. «Nos casaremos en casa de mis padres, en El Rincón. Es un sitio muy romántico», explicaba Tamara refiriéndose a la finca que le dejó en herencia su padre, Carlos Falcó, el marqués de Griñón. «Significa mucho para mí que sea allí», añadía.
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