Aitor Francesena, en la playa de Zarauz.

¿Quién es el surfista vasco ciego que derrotó a Victoria Federica en el duelo Broncano-Motos?

El primer invitado de 'La Revuelta', que consiguió que el programa triunfara en Euskadi, perdió un ojo a los 14 años por un glaucoma y el otro por el golpe de una ola en 2012

O. Belategui

Martes, 10 de septiembre 2024, 09:07

Aitor Francesena, el surfista zarauztarra cinco veces campeón del mundo, ha sido el primer invitado de 'La Revuelta', el nuevo programa de TVE presentado por David Broncano. 'Gallo', que se presentó en el plató con una txapela y el tradicional pañuelo de fiestas de Euskal Jaiak, no perdió la oportunidad de recordar que «hoy -por ayer- es un día especial, importante para nosotros, porque son las Euskal Jaiak, las fiestas de Zarautz. Nos vestimos de baserritarras, de caseros, por eso vengo así», explicó el guipuzcoano en referencia a las citadas prendas.

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El humor del surfista vasco y el desparpajo de Broncano y sus colaboradores decantaron el primer duelo televisivo del año en Euskadi. Vencieron por la mínima a su rival, Pablo Motos, congregando a 132.000 espectadores vascos, un 20,9% de la audiencia.

La identidad de Francesena había sido un secreto hasta que entró en escena. El pentacampeón del mundo de surf aprovechó para presentar su nuevo libro, titulado 'Querer es poder'. Aitor Francesena reconoce su tabla Pukas solo con acariciarla. De crío, cuando vivía en un caserío en su Zarautz natal, hasta se construyó una con sus propias manos para cabalgar las olas, una actividad por entonces de pijos. Fue un chaval al que un glaucoma condenó a vagar de quirófano en quirófano. A los 14 años perdió la visión del ojo derecho, pero ello no le impidió dedicar su vida al surf y fundar en 1988 una escuela que es referencia en el sector. El 24 de julio de 2012 se bañaba en la playa de su pueblo, la que mejor conoce, con su hija Uxue en la orilla. Aguardaba un segundo transplante de córnea. Y una ola maldita de metro y medio le vació el ojo que le quedaba sano. Cayó y se golpeó contra el mar. «Pum. Pantalla en negro», recuerda en 'La Revuelta'.

Su ceguera no le ha impedido seguir surfeando. Gracias a la ayuda de amigos que son mitos del deporte, como Aritz Aranburu e Ibon Amatriain, Francesena se mete en el mar a diario guiado por el fragor de las olas. Hace unos años se proclamó en California campeón del mundo de surf adaptado. Un documental que presentó en el Festival de San Sebastián en 2018 cuenta su cotidianidad. Demuestra lo acertado del apodo de 'Gallo', adjudicado de niño cuando los macarras de Zarautz le ponían una navaja en el cuello y no se inmutaba.

«Yo vengo de un caserío, me he criado entre labradores y gente muy trabajadora», cuenta Francesena en las charlas que imparte en colegios y ante auditorios en busca de motivación. «Cuando me quedé ciego empecé una nueva vida. Desde entonces digo que sí a todo: a dar charlas, a hacer submarinismo... A tope».

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En el documental desfila una generación de surfers vascos, hoy cuarentones, cuyas arrugas en el rostro demuestran miles de horas de azote de viento del Cantábrico. Pioneros como 'Gallo', que un día se metió en el cine a ver 'El gran miércoles' y se imaginó como Gerry López, cogiendo olas en Hawái. «Quería ser uno de aquellos malotes», recuerda. El filme de Antonio Díaz Huerta muestra a su protagonista en su día a día, preparándole el desayuno a su hija, yendo al mercado, comiendo según las mareas y charlando con colegas como Marcelo, un skater invidente que patina con bastón. Gallo se niega a usarlo: «Yo quiero ir tan rápido como el resto del mundo».

Profesor de Aritz Aranburu y Eneko Acero, 'Gallo' no necesita lazarillos cuando cruza el largo de una piscina buceando. A las olas se enfrenta siempre con su fiel 'caddy', Koala, amigo desde la infancia. «El agua de mar me limpia los ojos, me da la vida. Como siempre», le confiesa a su oftalmólogo.

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En aquellos días, mientras se preparaba para Zinemaldia, 'Gallo' rodaba un anuncio para Toyota. Vio el documental y le gustó cómo reflejaba la plenitud que siente en el agua, siempre atento al sonido de la espuma. «Me baso en todos los demás sentidos para ver», reflexiona. «Me he tenido que quedar ciego para descubrir la de cosas que se pueden hacer en la vida. Porque yo no quiero ver pasar la vida, yo quiero ir montado en ella».

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