«No es un día agradable para ninguno de nosotros», lamentaba Jorge Javier Vázquez al inicio de 'Supervivientes'. El fallecimiento de su amiga Mila Ximénez pesaba en una noche en la que, con todo, el show debía continuar. «Muchas veces ella me decía ... que se ponía la última gala en casa para recordar su paso por el programa y volver a vivir la emoción que sintió al quedar cuarta tras volver de Honduras», informaba el presentador afectado. La organización emitió entonces una pieza con los momentos más divertidos de la colaboradora en el 'reality'. «Es imposible no descojonarse viéndola», admitía el comunicador. Y se despedía. «Mila, un beso muy fuerte estés donde estés. Estoy convencidísimo de que nos estás viendo. Y a la familia, que sepáis que estoy con vosotros. No te vamos a olvidar nunca, lo sabes perfectamente. Esta gala va por ti», dedicó Vázquez emocionado.
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Entrados ya en materia, la sorprendente expulsión de Palito ha alterado 'Supervivientes'. Lola sigue sumergida en el drama y Omar no es capaz de consolarla. La visita de Anabel Pantoja ha animado al canario que quiere seguir luchando, pero no encuentra palabras para alentar a su compañera. El cambio de escenario no le vino mal a ninguno de los dos. Los perjudicados con este trasvase son el resto de participantes que deberán pasar unos días en Playa Destierro. Los que dicen que la soledad es agobiante deberían probar a compartir isla con esa tropa. Olga, por ejemplo, está en el punto de mira. Cada palabra que pronuncia corre el riesgo de ser malinterpretada (por sus compañeros y, sobre todo, por quienes la juzgan desde los platós). Tom pide calma y proclama paz universal porque está harto de broncas, pero en cuanto se descuidan monta un numerito. Alejandro Albalá está perdido. La falta de alimentos hace mella en su carácter y no tiene fuerzas ni para enfadarse. Todo lo contrario que Lara Sajén, que parece que viva de las disputas. La argentina apunta y dispara cada vez que puede, y parece que su estrategia funciona porque saca de quicio a los de dentro y entretiene a los de fuera.
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Así las cosas, un trío se jugaba la expulsión y ninguno parecía querer tirar la toalla a pesar de todo. Tom, Alejandro y Lara estaba a merced del público que decidió castigar a la argentina, quizá por su mal carácter o esa cizaña que genera entre sus compañeros. Completamente destrozada, la concursante abandonaba el lugar interpretando un dramón cercano al Oscar. «No quiero marcharme», suplicaba mientras se alejaba. Por lo demás, Tom, Alejandro y Gianmarco fueron los nominados por el grupo. Olga, como líder, tenía el privilegio de salvar a uno de ellos y condenar a otro, pero por no incluir a Malyssa en la lista negra la dejó tal cual estaba.
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