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Rafa Castaño se ha convertido en el nuevo rey de 'Pasapalabra'. No solo ha vencido al concursante con más experiencia de la historia, Orestes, sino que además se ha llevado a casa el bote: 2.272.000 euros. El mayor premio repartido en la historia de la televisión.
Rafa tiene 32 años y es el tercero de la historia con más actuaciones en el programa, con 197. Lo ha conseguido en los últimos nueve meses, desde que entró el 1 de junio. Ha protagonizado con Orestes el mayor enfrentamiento del certamen, con una batalla que se extiende desde que el sevillano entró en plató. 197 duelos entre ellos.
De hecho, compartió con su rival uno de los momentos más difíciles del concurso cuando lo emitía Telecinco, después de que el Supremo certificara la pérdida de los derechos televisivos de Mediaset en favor de la británica ITV Global Entertaiment. Aquello sucedió en octubre de 2019, pero dos años después llegaría una nueva oportunidad de la mano de Atresmedia y Antena 3.
Sevillano de raíces zamoranas, Rafa ha pasado por 'Saber y Ganar' y 'Boom', entre otros programas, desde que tenía 18 años. La amplia experiencia que atesora le ha hecho llegar hasta aquí y estar a un paos de la gloria. ¿La razón? Su pasión por la literatura y la lectura. Tras estudiar Periodismo, ahora prepara unas oposiciones después de trabajar en Caótica, una librería-café 'pet friendly' del centro de Sevilla. Cuenta con obras para todos los gustos y dos plantas repletas de fantasía. Un destino imperdible para quien decida visitar la capital andaluza.
Rafa sigue siendo socio de Caótica, donde invierte gran parte del dinero que consigue. Sus otras pasiones son el cine, los videojuegos y el Betis. Debe estar contento, con el buen momento que atraviesa el equipo verdiblanco, campeón de Copa el año pasado, clasificado en quinto lugar y presente en la Europa League. La música es otra de sus aficiones y con ella sus buenas dotes de canto que demuestra en cada programa. Tal y como reconoció hace unos meses, dedicará gran parte del premio a recorrer mundo. Por ejemplo, Japón o Nueva Zelanda. Pero sin locuras. Quiere «conseguir tiempo» y poder dedicarlo a lo que realmente le apasiona sin tener sobre él la presión económica de ganar un sueldo cada mes.
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