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En 'El ala oeste de la Casa Blanca' (que la NBC emitió durante siete temporadas), Jed Bartlet interpreta a un presidente aguerrido, bien preparado, con unos principios firmes y un equipo a su alrededor eficaz y solvente. Esta circunstancia lo han convertido prácticamente en un ... personaje de ciencia ficción, porque cuesta encontrarle parangón en la vida real. Aquel título de Aaron Sorkin, que en septiembre cumplirá 20 años, nos hizo soñar con la política, con que aquello que promulgaba Platón del 'gobierno de los mejores' era posible. Luego la realidad (y algunos títulos de ficción posteriores) se ocuparon de desmentirlo. O al menos de introducir matices.
Las series y la política han vivido un idilio en los últimos años, sobre todo en las pantallas americanas (las británicas ya se habían adelantado con 'Yes, minister').
La tele se ha interesado por los entresijos de los órganos de poder, por descubrir lo que se oculta detrás de los que toman las decisiones, por retratar un mundo en el que no es fácil mantenerse en el cargo. Por eso este diario dedicará varios reportajes, en plena campaña electoral, a diseccionar cómo ha sido esta relación y qué frutos ha dado. Desde la sátira, desde la idealización, desde la hipérbole, la ficción catódica ha encontrado en la política un filón inagotable. Cualquier lista de ejemplos vistos en este siglo incluiría a 'House of cards' (la original fue de la BBC y luego Netflix la adaptó), 'Veep' (de HBO, acaba de empezar su última tanda de capítulos) o 'Borgen' (de la cadena danesa Danmarks Radio). Pero, ¿se parecen en algo Frank Underwood, Selina Meyer o Birgitte Nyborg a nuestros Pedro Sánchez, Inés Arrimadas o Irene Montero? ¿Existen los políticos de las series?
«Depende de títulos, y sobre todo depende del género de los mismos. En los dramas, los políticos tienden a ser maquiavélicos y muy inteligentes. En las comedias, suelen ser unos patanes. Quizás por eso 'The Thick of it' fuera tan brillante, porque sabe hacer una sátira revelando el funcionamiento de la política sin renunciar a realizar unas caracterizaciones más complejas. Porque la realidad es que el idealismo de la política atrae a gente de todos los perfiles. Pero sí creo que es posible encontrar en la política profesionales como los de las series», indica Conchi Cascajosa, profesora titular de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid y autora de libros como 'La cultura de las series'. «En algunos casos, hay incompetentes integrales que logran perseverar. En otras, gente brillante y trabajadora que quiere hacer el bien por los demás. Ambas cosas están en las series políticas, y en la política de verdad», subraya.
Por mucho que en ocasiones se abuse de estereotipos y de que algunos giros de guión puedan parecer excesivos –crímenes de por medio, escarceos sin parar en mesas de despachos– el árbol no nos debe impedir ver el bosque y reconocer los aciertos de este tipo de producciones inglesas o estadounidenses, principalmente, a la hora de trasladar al espectador la imagen de la política. «Visto desde una perspectiva amplia, tal y como lo intentamos hacer en el libro de 2016 'La política en las series de TV', con profesores de varias universidades españolas, las series realizan un buen retrato de la vida política y yo no estaría demasiado de acuerdo con que utilicen tópicos. Sí tienen estrategias y funciones muy diferenciadas, como en 'El ala oeste', la reproducción de un potencial buen gobierno demócrata en oposición al entonces vigente Bush Jr. (y la crítica contra intromisiones a la vida privada que supuso el fin de la era Clinton), o la vis cómica en 'Veep', o el cinismo de 'House of Cards'», argumenta Anna Tous, profesora de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autónoma de Barcelona.
«Hay una cierta tipificación de personajes y maneras de proceder porque se trata de productos de ficción y no de documentales, pero la representación de los distintos gobiernos e instituciones a un nivel geopolítico, especialmente internacional (el liberalismo de EEUU, la socialdemocracia de 'Borgen' con temas como la conciliación laboral y familiar, o la «falsa» democracia rusa, la corrupción en Italia, en España y en Francia) me parece muy interesante para nosotros como espectadores. Es decir, los tópicos (si aparecen, y siempre dependiendo de la producción y su calidad) pueden responder a estrategias narrativas», puntualiza.
La serie protagonizada por Olivia Pope (Kerry Washington), dando vida a una abogada experta manejando crisis y escándalos que tiene un idilio con el mismísimo presidente de los Estados Unidos, estaba basada, en parte, en Judy Smith, jefa de prensa de la administración de George H. W. Bush.
Cuando le preguntaron a Clinton si 'House of Cards' se parecía a la realidad afirmó, según Kevin Spacey, que podría ser realista en «un 99% de lo que muestra». «Dijo que el uno por ciento que era fantasía correspondía al hecho de que en la vida real jamás podría aprobarse una Ley de Educación tan rápido como
en la serie», matizó.
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