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«Yo soy fiesta pura, pero las fiestas hay que montarlas cuando se puede. En este momento tan grave me parece una falta de responsabilidad y respeto. Por mi parte, pies quietos», proclamaba solemne Pocholo Martínez Bordiú en 'El Hormiguero'. El conocido 'enfant terrible' ... del clan Franco llevaba mucho tiempo sin ponerse delante de las cámaras y Pablo Motos lo recuperaba para interesarse por su vida. «Me va bien, aunque estoy preocupado por la que está cayendo», decía el invitado anunciando que él no ha pasado el coronavirus. Lo que sí afirmó es que sufre de hepatitis desde que nació. «A mi madre le pincharon con una jeringuilla infectada», desvelaba. «No sé si algún día necesitaré un transplante, es algo que llevo conmigo y estoy bien y feliz», matizaba sin provocar dramatismos.
«He elegido siempre caminos con el corazón», comentaba para explicar el rumbo que ha tomado su vida y la imagen que ha trasladado siempre. Una estampa de libertad, a veces algo exagerada. «Sigo siendo el mismo, pero ya no bebo alcohol. Antes bebía lo que me echasen, pero llega un momento dado en que los hábitos se deshacen. Hago cosas diferentes. Es que si no, me moría», reflexionaba. Eso sí, aún conserva trucos de su etapa relajada. «La resaca se evita con una bebida que se llama Bullshot. Es rabo de buey mezclado con vodka, pimienta y zumo de limón. Eso te lo metes a la mañana siguiente y funciona», prometió sonriente.
Pocholo vive en un camión, «un Pegaso Gadafi al que le puse un vagón de tren de mercancías de metal atrás. En la cabina he puesto seis asientos y no tiene baño, pero sí ducha. Me encanta vivir así. Es como vivir en la naturaleza y moverte con ella», descubría. También destapaba su nueva faceta de empresario. Ahora fabrica mochilas. «Las llamo 'Pochilas' y son artesanas. Las vendo a través de las redes. Hay que reinventarse», soltaba mostrando algunas de sus creaciones. Y aprovechaba para contar la historia de su legendario macuto. «Me la hizo un artesano italiano. Y cuando fui a 'Hotel Glam' alguien me la rompió. Yo me calenté y la lie. Y así mi mochila se convirtió en leyenda», bromeaba.
Pocholo va a publicar un libro autobiográfico en breve, «es una autoanalítica», precisó. Y en el recordará, entre otras cosas, esas fiestas clandestinas que organizaba en Ibiza. «Ponía en el periódico un anuncio. '¿Has perdido un medallón?'. Esa era la clave. Luego tenía que echar un rastro de aceite en el suelo para indicar el camino a seguir. Todos iban como si fuese un camping. Hacíamos una zona de baile y otra de baño. Como no había dinero, intercambiábamos bebida por ropa, cosas de artesanía… Lo único que vendíamos era unos medallones, para costear los gastos. Y las fiestas duraban seis o siete días», evocaba el entrevistado que reconoció que el famoso más divertido que ha conocido es Bertín Osborne, que duerme «en pelota picada», que no vota y que de relaciones serias prefiere no hablar. «No valgo para novio», reconoció antes de despedirse.
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