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Ya me gustaría a mí no volver a esa guerra absurda que algunos mantienen entre series y películas, como si unas fueran de primera clase y las otras de segunda. Debería ser una cuestión más que superada, pero de vez en cuando alguien la aviva llamando a los capítulos peliculitas o apelando a la calidad cinematográfica, como si esta fuese similar en todos los títulos. En fin, lo dicho, que no quería repetirme pero no he podido reprimirme al leer las declaraciones de Agustín Almodóvar a propósito de la serie que El Deseo va a grabar para Netflix. ¿Soy el único que tiene la impresión de que el productor casi pide perdón por llevar a cabo este proyecto?
Pongámonos en antecedentes. Hace un año Pedro Almodóvar cuestionó, como presidente del jurado del festival de Cannes, que un filme que no se exhibiera en una gran pantalla y se estrenase directamente en una plataforma pudiera ganar la Palma de Oro. «Las nuevas plataformas deben asumir y aceptar las reglas del juego ya existente», aseguraba el cineasta. No dejaba de extrañar que alguien que siempre ha sido un adelantado mostrase una postura tan intransigente con las incipientes formas de exhibición audiovisual. Unos días después saltó el rumor de que los Almodóvar y Netflix habían firmado las paces y preparaban proyecto juntos. No tardaron en desmentirlo.
Ahora sí hay acuerdo. El Deseo trabaja en una serie para el gigante americano. Da la sensación de que casi han aceptado a regañadientes. «Nosotros somos de la vieja escuela, nos encanta el cine en salas pero los nuevos tiempos demandan otros formatos de ficción», indicó Agustín, como si tuviese que excusarse o disculparse. «Pedro siempre tiene en cartera muchas historias pero no le veo en una serie, es director de largometrajes», aclara, estableciendo una distinción-barrera entre directores de una cosa y de otra, que creo que no ayuda a nadie y da lugar a malos entendidos. «Como productores debemos trabajar en lo nuevo y ahora hay gran demanda para las plataformas, tenemos que estar ahí», termina claudicando, como si las series fueran una condena. Y no lo son. Al que no lo vea le costará hallar su espacio en ellas.
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