Pedro Piqueras (Albacete, 68 años) nunca daba entrevistas cuando trabajaba en televisión, por eso estos días se explaya sobre su concepción del periodismo, que durante medio siglo ha practicado en prensa, radio y televisión. Sorprendido por las palabras cariñosas que ha leído tras su jubilación de Telecinco ... , donde ha permanecido los últimos 18 años, el periodista recoge este miércoles en Bilbao el galardón a la Trayectoria Profesional en los Premios de la Fundación Comunicando Futuro de Alejandro Echevarría.
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–Un periodista se jubila, pero no deja de leer el periódico todos los días.
–Consumo información desde antes de pensar en ser periodista. Mi padre era un gran lector de periódicos, siempre lo recuerdo con uno en la mano: 'La Voz de Albacete' y el diario 'Pueblo', en el que luego trabajé yo. Lo primero que hago al levantarme es escuchar a Íñigo Alfonso en Radio Nacional, un tipo muy sincero con una voz envolvente. Lo hace de maravilla.
–Desde que se ha jubilado tiene tantos compromisos que le cuesta organizar la agenda.
–Entrevistas, llamadas, premios... Tuve mi momento de estrés. He experimentado una explosión de afecto a la que estoy muy agradecido.
–Todos los 'obituarios' han sido muy afectuosos.
–Efectivamente, ha sido como leer tu obituario antes de que te pase nada. Me ha sorprendido. Yo soy un periodista que no daba entrevistas, yo era el que preguntaba, no el protagonista de una información. He vivido encerrado. Llegaba a las once de la mañana, estaba todo el día en la tele y me iba a mi casa. Vivo en el campo aunque tengo un apartamento en Madrid para las noches que salgo tarde. No tenía vida social, era ajeno al hecho de que la gente me conociera. Ahora puedo hacer las cosas de la gente normal.
–Vivía para el trabajo.
–Pues sí. Desde hace un año ya no trabajaba los viernes, vieron que me quería ir. Me he ido bien porque lo he hecho en el momento oportuno. Voy a cumplir 69 años. Nuestra empresa apostó por invertir en informativos después de mucho tiempo. Y yo pensé que la renta de esa inversión se podía recoger en dos o tres años. Se necesitaba a alguien más joven, con la capacidad de esforzarse mucho de nuevo, no alguien que está casi de salida. Me insistieron en que siguiera pero lo más honesto era buscar a otro. Carlos Franganillo era mi apuesta y la de la empresa. Costó convencerle, porque estaba muy bien tratado en TVE.
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–Antes de periodista fue músico, en solitario y con el grupo de folk Carcoma.
–Era un grupo muy conocido, yo llegué al final, cuando estaba en descomposición. Tenía mis composiciones horrorosas. Y tuve que optar, porque el tiempo y la vida me propusieron ser periodista.
–Todo periodista recuerda la primera noticia que publicó.
–Mira, hoy mismo me han enviado esto (muestra el móvil). Un compañero de la COPE ha encontrado un recorte del diario 'Pueblo' de 1973 con una entrevista al folclorista Manuel Luna.
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–Supongo que se lo han dicho muchas veces, pero su voz tranquiliza.
–Sí. Yo no la encuentro especial, pero supongo que es una voz pausada, tranquila, que trata de no crear situaciones límite. En un informativo tienes que contar cosas duras, pero al final la vida continúa. He huído siempre de ser un comunicador crispante, porque bastante tiene la gente con sus problemas. Soy muy crítico con la crispación política, que trata de infundir miedo a la gente.
–¿Cree que los periodistas contribuimos a la crispación?
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–No. La crispación está en el Parlamento. La política son eslogans, a veces, a ver quién dice la mayor barbaridad. El problema es si nosotros ayudamos a esa crispación o no. Quizá en los informativos que hemos hecho no hemos criticado el origen de la crispación. Cuando alguien dice una barbaridad la contamos sin más.
–Las redes sociales no ayudan.
–Las redes son un fenómeno nuevo, no soy un gran consumidor. Hay que confiar en el periodista que firma con su nombre, debe ser garantía de la información. Me dan miedo las fake news que están circulando, cómo se utiliza la Inteligencia Artificial para crear sensaciones. Eso que llamamos postverdad, como el fenómeno Trump en EE UU.
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–La postverdad, que es la mentira.
–Sí, pero construida a base de alguna verdad, alguna mentira y sensaciones. Los inmigrantes son los culpables de la difícil situación del país, se ha establecido en EE UU. Envenenan la sangre a América, lo dice Donald Trump.
–¿Qué le parece el periodista evangelizador, el que pontifica?
–Yo nunca lo he sido. El periodista opinador tiene que existir, el que se convierte en líder espiritual, en santón, rebasa los límites del periodista. Y cada vez hay más. Por suerte, la mayor parte de los periodistas son serios.
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– ¿Se ha sentido igual de libre en la radio y la tele públicas que en las privadas?
–Sí. Cuando no me he sentido libre me he ido. Parece como si todo me hubiera ido bien en la vida, y no es verdad. He hecho informativos que tenían éxito y me han cesado. Pasé de hacer el Telediario en la época de Pilar Miró al 'Buenos días' a los cinco meses porque cambió el director general. Mi carrera tiene dientes de sierra, al albur de los acontecimientos. Los últimos 18 años en Telecinco he hecho el informativo que tenía que hacer. No existe la neutralidad, ni la verdad, sino la honestidad.
–¿Es una zarandaja eso de Kapuscinski de que para ser buen periodista hay que ser buena persona?
–Hay que ser buena persona. Yo no soy mal tipo, procuro estar con la sociedad y denunciar la mentira. Sí, ahora pienso que tendría que haber contado cosas que no he contado.
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–¿Por ejemplo?
– En política. Cuando alguien miente decir que no es verdad.
–'Infotainment', la información como entretenimiento.
–Eso es muy viejo. Yo hice 'infotainment' cuando puse en marcha 'Espejo público' y me acusaron de ello. El problema es hacer entretenimiento con el informativo, que es otra cosa, que tuvieran que ser divertidos para que los viera la gente, con noticias de influencers e instagramers. Dicho esto, un informativo tiene que ser como una sinfonía. Con una obertura, que son los titulares, la noticia más importante del día, un 'molto vivace' para otros temas... Y un final bello con noticias de cultura. Hasta un telediario debería tener algo de obra de arte.
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–¿Está fracasando el periodismo?
–No. Todo lo contrario. El periodismo de verdad es más necesario que nunca por el cúmulo de fake news, IA, postverdad... Alguien debe verificar lo que no es cierto. Eso cuesta dinero. Christine Lagarde decía el otro día que la mentira corre a la velocidad de la gacela y la verdad a la de la tortuga. La gente tiende a creer más la mentira que la verdad.
–¿Qué pensó en ese paseíllo que le hicieron sus compañeros el día de su despedida?
–Lloré amargamente. Me derrumbé. Yo soy fruto del trabajo y de mucha gente que ha creído en mí. Y de una tradición, yo no soy nada sin Jesús Hermida, Pilar Miró, Lalo Azcona...
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