El surrealista encuentro de Pablo López con Glenn Close: «Me estaba amenazando...»

López hizo gala de una sinceridad fuera de serie al comentar que muchas veces no goza como es debido de la felicidad que le rodea. «A veces te adelantas demasiado a las cosas. Me ha pasado muchas veces, no sé disfrutar. Tengo nostalgia del presente. Y de ahí el casi de la canción», explicaba.

El momento estelar de la charla llegó cuando el presentador le preguntó por qué era tan asiduo a la embajada de los Estados Unidos. «Soy muy amigo de la embajadora (Julissa Reynoso) y suele invitarme a menudo», detallaba. Una de las últimas asistencias al lugar fue por la visita de la Primera Dama estadounidense, Jill Baden. «Había un montón de gente del servicio secreto. Yo no iba a cantar, pero surgió. La embajadora me pellizcó para que lo hiciera y yo quería explicar en inglés lo que era un patio. Imagínate. La mujer del presidente tenía cara de póker. Pero salió bien. De repente, abrió los brazos y me abrazo un rato largo. Estuve a punto de darle mi whatsup. Solo decía: '¡Oh, boy!, ¡Oh boy!'. Fue una experiencia maravillosa», relataba.

En la misma reunión festiva estaba la actriz Glenn Close que, al ver la situación, se empeñó también en cantar junto al artista español. López se puso al piano, pero aquello no funcionó del todo. «Pasé fatiga porque la mujer quería cantar conmigo al piano. Y yo no tenía ni puñetera idea de cuál era el tema que estaba cantando ella. Todos miraban. Decidío que yo iba a ser el más flamenco de todos y la iba a seguir como fuera. En las imágenes parece que me está abrazando, pero en realidad me decía: 'Ese no es el tono'. Me acariciaba y me daba besitos. Y me decía otra vez: 'No es el tono'. No me estaba dando besos, me estaba amenazando», bromeaba el compositor. 

«¿Es cierto que te he fastidiado las fiestas particulares en tu casa por una historia que contaste aquí?», cuestionó Motos sin poder evitar la risa. La pregunta tenía retranca y lo sabía. «Bueno, te lo voy a decir y mando un saludo a mis caseros. Yo me estaba mudando de una casa a otra. Y justo la semana que tenía que venir aquí, tenía que firmar el nuevo contrato. Y tú me dices que son famosas las fiestas en mi casa. Yo estaba colorado. Bien, pues se retrasó la firma porque cambiaron el contrato y añadieron una cláusula para que no hiciera fiestas. Estaba firmando el contrato y me acordaba de Pablo. Y les decía que lo que pasa en la tele es mentira, pero nada», desvelaba. 

La última parte de la conversación abordó los sueños del cantante, pero no los profesionales si no los que suele tener durmiendo. «Soñé que me llamaba Luis Enrique para jugar en el Mundial. Suelo soñar a menudo que soy futbolista, pero de los buenos, del Real Madrid o del Barça. Y lo de Luis Enrique fue muy real, yo estaba preocupadísimo», afirmaba con guasa.