Ona Carbonell desvela en 'El Hormiguero' los verdaderos motivos de su retirada

Pablo Motos empatizaba con su invitada interesándose por su situación. «En otra profesión te jubilas más tarde, pero yo me siento afortunada porque he podido decir hasta aquí. Es tan importante saber cuándo empiezas algo como cuando lo terminas, y es verdad que en el deporte entran factores como las lesiones o que ya no te ves al nivel. Lo mío ha sido algo emocional, de ganas. Mi cabeza y mi corazón estaba ya en otras cosas», exponía Carbonell.

Serena y sonriente, la deportista aconsejaba a las nuevas generaciones. «Conviene prepararse para el final cuando aún estás compitiendo. Hablando con psicólogos, estudiando algo… Es que nosotros solo vivimos pensando en ser el mejor del mundo en eso. Es bueno hacer otras cosas y así el día después es un poco más fácil», aleccionaba. Eso sí, abandona la natación sincronizada, pero añorará el oficio. «Lo que más voy a echar de menos, aparte del equipo, es la adrenalina de la competición. Es indescriptible. Piensa que nos preparamos cuatro años para jugarnos una final olímpica en tres minutos, cuarenta segundos», comentaba.

Tras desvelar que las nadadoras tienen un lenguaje submarino cuando están debajo del agua, la campeona mostró la otra cara de su profesión. «En el deporte no todo es bonito. Es importante entender que el fracaso es parte del camino. Es un proceso. Y ahora vivimos una época de la inmediatez: todo es para ahora, ya. Y el deporte requiere mucho entrenamiento y mucho esfuerzo», afirmaba recordando el mejor instante que ha vivido. «Son muchas las vivencias, pero recuerdo esas medallas de los juegos de Londres como un momento precioso», constataba. Y también hablaba de la otra cara de la moneda. «El más amargo fue en 2008, cuando me quedé a las puertas de ir a los Juegos Olímpicos. Había renunciado a todo por entrenar y cuando parecía que sí, resultó que no. Casi entro en una depresión. Lo pase muy mal», evocaba.

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Su trayectoria está repleta de anécdotas, y una de las más curiosas la vivió junto a una diva. «Hice el solo de la canción de Freddie Mercury y Montserrat Caballé en 2013, en el Mundial, y fuimos a ver a la cantante a su casa. Le llevamos el vídeo de la coreografía y primero dijo que tenía que expresar más con las piernas y los brazos, muy bien. Y, de pronto, me pone una mano en la barriga y me dice: Da una nota, Ona. Si yo no sé cantar. Y me ves intentándolo, yo que no canto ni en la ducha. Eso sí, me envió una gran energía», descubría entre risas Carbonell que ya piensa en su nueva etapa y, de momento, ha diseñado una línea de ropa de baño con materiales reciclados del mar.