Ahora viene Alec Baldwin diciendo que él nunca apretó el gatillo... ¿Ah, no? Pues peor me lo pone. Por si no resultara ya suficientemente inquietante la devoción de los estadounidenses por las armas de fuego, no te digo nada el terror que produce saber que ... encima se disparan solas. Va a ser que tienen ideas propias, como decía con sorna un amigo mío de su pierna ortopédica o como se podría decir, por extensión, del brazo de silicona con el que acudió a vacunarse ese italiano negacionista del virus. Eso sí que es un brazo incorrupto y no el de Santa Teresa... Pero volviendo al tema que nos ocupa (y preocupa), leo que en Estados Unidos y en China la venta de armas se ha disparado (nunca mejor dicho) durante la pandemia.

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En los dos años que viví en Filadelfia no supe de nadie que tuviera armas en casa pero también te digo que, por si las moscas, siempre procuré llevarme bien con mis vecinos. Por suerte no me tocó cerca la «familia normal americana» de la congresista Michele Fiore, un clan de pistoleros donde hasta el 'Manolito Gafotas' de cinco años felicita las Pascuas con una Walther P22, semiautomática calibre 5,5... Luego veo esa otra felicitación navideña del republicano Thomas Massie, donde los siete miembros de la familia posan frente al árbol de Navidad empuñando unos rifles de asalto de escalofrío, y casi deseo que les ocurra lo que a Alec Baldwin y se eliminen entre ellos. Porque si esas armas se dispararan solas, tal como están apuntando, el padre le destrozaría las rodillas a la hija menor, que a su vez le volaría la mandíbula a su madre y esta le descerrajaría un tiro en el estómago a su yerno. La estampa resultante sería un christmas 'ideal Tarantino'. Y la petición que la familia hace a Santa Claus: «Trae más munición», el epitafio perfecto.

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