Es uno de los invitados más fieles de 'El Hormiguero'. Miguel Ángel Revilla pidió a Pablo Motos que le invitara para celebrar su 80 cumpleaños y el presentador no le falló. Todo tenía un objetivo. En su anterior visita, el presidente de Cantabria ... no lo pasó del todo bien. «Tengo que agradecerte que el último día que vine, que yo venía muy tocado porque le operaban de un cáncer a mi mujer al día siguiente, pacté contigo que íbamos a llevarlo de una manera que no se notara que yo estaba muy afectado. Le operaron y ahora está con la quimio, pero con mucha raza. Es el amor de mi vida», arrancaba el político visiblemente emocionado. «Viniste a 'El Hormiguero' destrozado y lo hiciste fenomenal», ponderaba el comunicador que no podía evitar las lágrimas al dirigirse a Aurora Díaz, pareja de su invitado. «Ella está aquí porque es una crack, porque ha tenido una operación de colon y luego la quimio es dura, pero esta noche Aurora ha sacado fuerzas... ¡joder!», anunciaba Motos conmovido. «¡Cómo se nota que eres mi amigo!», loaba Revilla antes de encaminarse hacia su esposa y cantarle la ranchera que le brindó el día que se declaró. «Soy un desastre, sé que voy a hacer el ridículo, pero a mí no me importa», avisó antes de entonar la canción. Sin duda, el dirigente cántabro protagonizó uno de los momentos más especiales que se han vivido en el programa.
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Revilla, que acaba de publicar el libro 'Toda una vida', recordó su etapa escolar en la que sufrió bullyng. «Me llevaron a los Salesianos. Hace poco unos chavales me invitaron a ir al colegio, pero les dije que no podía ir porque a mí me traumatizaron total y absolutamente. Tenía once años y hablaba con la 'u', casi bable. Venía del pueblo. No me atrevía a hablar con los demás. Iba ya un poco acomplejado. Así que, como no sabía lo que tenía que hacer o dónde ir, decidí seguir a un chico mayor que yo. Desemboqué en un comedor. Cuando salí le conté a mi madre que me habían dado un plato de lentejas y no se lo creía. Al día siguiente repetí, pero cuando estaba sentado ante el plato apareció el padre Aureliano, me agarró, me puso ante todo el comedor y dijo: ¡Ya hemos cazado al gorrón! Y me expulsó del comedor. Hace falta ser miserable», evocaba triste. Desde entonces le llamaban 'el gorrón', «y también el mudito porque no hablaba nada», añadía. Años después cambió de plaza y se fue a estudiar a la capital vizcaína. «En Bilbao me revolucioné. Tengo grandes recuerdos de Bilbao donde hacia Económicas. Descubrí la libertad y un mundo nuevo. Me demostré a mí mismo que no era una piltrafa», rememoraba.
Las anécdotas divertidas no faltaron en la charla. Revilla reveló el «aprieto» en el que le puso Pedro Sánchez. «Espero que no le siente mal que lo cuente, pero yo pase un momento muy jodido a cuenta de eso. Él estaba muy agradecido porque yo, cuando todo el mundo se lo quería cepillar, le apoyé. Probablemente ganó las elecciones porque yo le defendí en muchos programas. Quiso tener un detalle y me invitó a comer a su casa, pero le dije que mejor en un restaurante. Me invitó en el Asador Donostiarra, pero mi vuelo se demoró y llegué tarde. Ya estaba comiendo. Había pedido un chuletón. Llegaron las cuatro y media y me dijo que mejor salía él primero para evitar fotos. Este es el momento delicado. Esperé diez minutos, me tomé un café y un chupito, y me marché. Y, de repente, me paran casi en la puerta. Venían con la cuenta. Toda la gente mirando. ¡Otra vez el gorrón!», bromeaba afirmando que la broma le costó 98,50 euros
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