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Las redes sociales se han convertido en un termómetro que analiza al minuto la temperatura de los programas de la tele. Y ayer, ante 'MasterChef Junior', detectaron algo importante. Además de la inocencia y la ternura, hay una cosa que distancia al reality gastronómico ... infantil del de los adultos: la empatía. Entre los 'peques' está el compañerismo antes que la competición. Y su actitud se convierte en un gran ejemplo para los mayores. «Gracias por ayudarme, chicos», correspondía Esther al finalizar su prueba de eliminación. «De nada, para eso están los compañeros», exclamaban sus amigos y amigas desde la grada superior. Parece obvio, pero no es corriente ver este comportamiento entre los adultos, salvo contadas excepciones. Igual deberían tomar nota.
Entelequias aparte, Mara y Fernando fueron los expulsados ayer de las cocinas. Un móvil y una bicicleta transformaron sus lágrimas en sonrisas a la hora de despedirse del personal. Antes, el ganador de la última edición 'Celebrity', Saúl Craviotto, se dejó caer por el plató cosechando los suspiros de Mara. «A esta muchacha le falta un tornillo», observó Juan Antonio ante la simpática escena. El murciano de diez añitos no deja a nadie indiferente. Lo mismo se casca un estofado de lentejas camperas con patas de gallo que asombran a los jueces que pasa de todo en la prueba grupal alegando «estar en la luna gratamente». ¿Para qué disimular? El examen en conjunto lo realizó la chavalería en San Sebastián, en pleno Zinemaldi. Cosa que a la banda le importó bien poco, ya que no se codearon con las estrellas, sino con pintxos tradicionales vascos: tortilla de bacalao, berenjena asada, langostinos con Idiazábal, huevos rellenos, pimientos rellenos de merluza y gildas. Y es que tenían dos horas para elaborar cien raciones de cada bocado. Entre los gourmets que cataron sus creaciones se encontraban actores como Pablo Rivero y Eneko Sagardoy y presentadores de la casa como Roberto Leal o Elena Sánchez. Aunque el verdadero protagonista fue el chef Pedro Subijana, que acudió con sus nietos y el más pequeño, Adur, se sumó a la fiesta culinaria echando una mano al equipo rojo, que contaba con un integrante menos.
La sorpresa fue cuando aparecieron en el Palacio de Miramar, escenario de la convocatoria, los concursantes que ya habían sido eliminados del certamen. Era el momento de la codiciada repesca y ellos se encargaban del postre, la clásica pantxineta, pero con rellenos originales. María Arias y Héctor fueron los que lograron destacar y regresaron al circuito que ya apunta a la final. Eso sí, Nuria, la «bebé» de los Junior, también se hizo viral aunque no consiguió regresar a la competición oficial. La niña, con solo seis añitos, conquistó a la audiencia dejándose la piel ante los fogones. Debe de ser tendencia porque muchos ya la rebautizaron como 'Nuria de España'.
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