Julian Jantzi a Manu Maritxalar: «¿Te vas a ir o no?»

Joseba Fiestras

Martes, 2 de febrero 2021, 02:06 | Actualizado 07:58h.

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Los Yocahu no lo tenían fácil y lo sabían. Siguen en una situación compleja, a pesar de que Patxi superó el último duelo y no se convirtió en baja. El que sí estaba a punto de hacerlo era el capitán, Manu Maritxalar, que después de dejarse (literalmente) la piel en su estreno está lesionado y, más que ayudar, puede perjudicar a sus pupilos. Para colmo, el equipo masculino tiene más hambre que Falete en un restaurante vegetariano. No han comido desde hace días y necesitan ganar la prueba; lo malo es que eso genera una presión añadida y las prisas no suelen ser buenas consejeras. Por otro lado, los azules tampoco juegan con buenas cartas. Las ganas de comer también son intensas en el grupo y la confianza en Seleta, después de perder a Iani por culpa de sus trampas, se tambalea. Y las verdes, que aparentemente funcionan como un reloj, también tienen lo suyo. La llegada de Durana parece que ha cautivado a las chicas, aunque no a todas.

Antes de iniciar el primer juego, Julian Iantzi quería saber cómo se encontraba Maritxalar. «Muy mal», respondió tajante el boxeador. El presentador informó entonces de que el parte médico aseguraba que no había ninguna fisura. «Ya, y yo me quejo porque me apetece, claro», ironizaba el líder colorado. «A mí el médico de la clínica de Las Terrenas me lo aseguró. Y si hay fisura, el único tratamiento es el reposo», defendía Maritxalar entre ofendido y disgustado. «¿Te vas a ir o no?», preguntó el comunicador. Y Manu no dudó en abandonar la aventura. Su equipo tampoco le animaba a continuar: «Si se quiere largar que se largue, nos parece que puede ser un lastre», opinaban algunos Yocahu. «Pues tampoco vamos a marear más la perdiz», zanjó Julian antes de despedir al lesionado. «No sigo y lo hago sintiéndolo en el alma. No me gusta abandonar nunca y menos por impotencia física, pero he hecho lo que tenía que hacer. Podía haber actuado de manera egoísta y perjudicar al equipo», se justificaba emocionado. Y tenía razón. Lo vimos el año pasado cuando una de las chicas aguantó y, lejos de ponderarla, la ponían a caldo por dañar al grupo. Y si hay algo que motiva a Maritxalar es este programa. «Respeto muchísimo 'el conquis' y siempre he dado todo lo que he podido», se despedía entre lágrimas.

Al final, todos tienen lastres en sus mochilas, aunque unos más pesados que otros, y el juego de inmunidad exigía, ante todo, coordinación. Mikel Pérez les explicó con detalle su mecánica. Para empezar tenían que hacer fuego en la playa y una vez prendida la mecha debían levantar una araña de cadenas hundida en el agua. Cada participante tenía que tirar de una anilla y, sin tocar el pebetero con las manos, hacer un complicado recorrido de antorchas. La última etapa era en el agua, hasta donde había que llegar para soltar a un compañero maniatado y conseguir la ikurriña.

Las verdes fueron más rápidas con la llama. Sacaron mucha ventaja y supieron organizarse bien, pero sucumbieron al final. Los rojos iban segundos, con los azules pisándoles los talones. Y fue en la última etapa donde se cambiaron las tornas. Nahia, de las Atabey, subió la torreta con celeridad, pero su antorcha se apagó en el ascenso. Los rojos tardaron demasiado en liberar a David y Seleta, el preso azul, logró animar a sus chicos para que remontaron la situación y consiguieran el triunfo. Cabe destacar el espíritu de sacrificio, a veces locura, de Seleta que llegó a pedirles que le arrancaran el pelo para avivar el fuego y que no se apagase. No hizo falta. Los azules deben ahora dar la inmunidad a un rojo desde el campamento rico,