JOSEBA FIESTRAS
Martes, 22 de diciembre 2020, 07:13
Al final, la pareja más discreta, los menos conocidos (aunque de esos había muchos) y quienes pasaron por el concurso sin dar demasiada guerra se llevaron el gato al agua. Mahi y Rafa ganaron la segunda edición de 'La casa fuerte', ese concurso que vino ... para parchear Telecinco antes del verano y resucitó inesperadamente para cerrar un ciclo sin 'Gran Hermano'. Y el sustituto demuestra que los 'realities' ya no hacen honor a su nombre. Eso de mostrar la realidad, de contemplar como curiosos 'voyeurs' la vida de los demás, se ha terminado. Los guionistas mandan más que nunca y cuando no hay líneas que interpretar, se inventan. La realidad se ha ido a la mierda, ya no vende.
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'La casa fuerte' ha sido un contenedor en el que tener encerrada a Isa Pantoja para informarle de todo cuanto acontecía fuera, primera regla del 'reality' que aquí se pasaron por el forro de los pantalones.
Segundo apunte. Un formato de estas características, cuando no se centra en anónimos, se apoya en la relevancia de sus participantes. A la mayoría de los convocados los conocían en su casa y a la hora de comer, su trascendencia era mínima. No importa, si algo ha demostrado la cadena es que sabe realzar a cualquiera. Basta con tener una diana (en este caso apellidada Pantoja) para centrar en ella sus disparos e ir transformando en ilustres a sus adláteres. Más de la mitad del concurso se centró en la hija de la tonadillera, o más bien en que convertir a la joven en comentarista de los dislates de su familia. Una vez superado el tema, los acólitos ya habían cogido peso suficiente para soportar la última parte del periplo, concentrando los esfuerzos en broncas disparatadas aliñadas con insultos variopintos.
Si el clímax lo aporta una infidelidad inesperada, que suena a folletín casposo, ya tienes la guinda a un pastel sintético como él solo que, milagrosamente, sigue encandilando al personal. El desliz de Pavón y Samira protagonizó la última jornada. «Y ahora, ¿qué cara pongo cuando la vea? Es para pegarme un palo en la cabeza», se lamentaba el torero pensando en la novia mancillada. «A mí me da la sensación de que todo esto es algún tipo de estrategia», comentaba Albert de pasada. Y Jorge Javier Vázquez reprochaba: «Si yo cometiera un acto de estas características, lo último que me gustaría es tener unos compañeros como vosotros».
La última noche no se privó de improperios. «Arrastrada», «mentirosa», «bastardos», «basura» o «voz robótica» son solo pequeños ejemplos de la buena educación que reinaba en el paraíso. Y al final Marta y Albert fueron expulsados por la audiencia. Luego fueron Toni y Aurah los que abandonaron el lugar. El duelo final enfrentaba a Samira y Pavón con Mahi y Rafa, y fueron estos últimos quienes vencieron, se abrazaron, suspiraron y arramplaron con la pasta que habían acumulado a lo largo de estas semanas. Y ya está. Ahora todo continúa fuera porque la vida sigue y las historias, inventadas o no, venden.
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