Ya se ha dicho casi todo de Broncano, Motos y la berrea. Por si les pilla por sorpresa, les resumo: el invitado del jueves de 'La Resistencia' no pudo asistir al programa porque, al parecer, se lo prohibieron desde 'El Hormiguero'. El programa de RTVE ... decidió, como protesta, emitir veinte minutos «de animalicos» en vez de la entrevista. El debate sobre la competencia desleal y las malas artes está sobre la mesa. Pero a mí me gustaría detenerme en otra cosa: el cómo.

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David Broncano salió al escenario con el plano bien abierto, sin centrar la atención en él. Alguien dijo -no sé quién, pero me parece genial- que fue como cuando el profesor se sentaba en la esquina de la mesa y sabías que la lección iba a ser importante. Broncano explicó la situación con naturalidad, sin estridencias ni voz dramática. Charló con nosotros, el público, y con sus amigos, los colaboradores del programa. Fue lo más parecido a cuando un amigo cuenta una anécdota en la mesa del bar. Y mientras todo esto pasaba, casi diez minutos, nadie parpadeó.

¿Cómo hubiera sido este momento en otro programa? ¿Cómo hubiera sucedido, por ejemplo, en 'El hormiguero'? No lo sabemos, claro. Pero yo me lo imagino con un primer plano de Pablo Motos, estático, sin mover la cámara ni un ápice durante esos diez minutos. ¿Sería mejor o peor? Una vez más, no lo sé. Son dos formas de entender la televisión. Pero creo que ahí reside el éxito de 'La Resistencia'. En que han abierto una vía de comunicación con el espectador. Sí, un espejismo, pero cualquiera diría que si le hablas a la tele durante el programa, te puede contestar. Por eso fue un disparo tan certero. Nadie olvidará lo que pasó el jueves, como si hubiéramos estado allí.

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