La cruda reflexión de José Sacristán en 'El Hormiguero': «La solución no pueden ser los tanques»

«En España hay quince sacerdotes autorizados por el Vaticano para hacer exorcismos», informó Pablo Motos. Sacristán explicó entones: «Parece ser que los distintos diagnósticos aplicados a las personas que han sufrido estas crisis podrían perfectamente identificarse con trastornos psiquiátricos. La interpretación que se hizo de algunas sintomatologías llevó a la práctica de estos exorcismos, pero en ningún caso ha habido una demostración de que el demonio ande por ahí incordiando». 

El invitado recordaba que de niño estudió en un centro católico. «Era la época de la Institución Sindical de Formación Profesional Virgen de la Paloma, cuya parte clerical llevaban los Salesianos. De pronto, un día apareció una forma de conciencia sobre todo aquello que me hizo no estar de acuerdo, por decirlo de una manera amable. El hechicero de la tribu, sea de la tribu que sea, no cuenta con mi simpatía», argumentaba.

Sacristán tiene 85 años y sigue al pie del cañón. «El síntoma más evidente de que me he hecho mayor es cundo bajo escaleras. Hay una falta de percepción y una falta de confianza. Ahí es cuando me digo: Sacristán, estás mayor», ironizaba. No obstante, la pasión por su oficio sigue mandando en su vida. «No pararé mientras la madre naturaleza se vaya portando y siga contando con el favor de la gente», aseguraba. El cómico valora muy positivamente a quienes le han acompañado a lo largo de su prolífica trayectoria. «Mis mejores amigos y amigas son de la profesión y no hay ni uno solo al que no recuerde con cariño», subrayaba al tiempo que desvelaba una anécdota de su currículo: «Nunca he hecho un casting y, a estas alturas, no creo que lo haga».

A la hora de reflexionar sobre el panorama político que manda, el artista no vacilaba. «No me gusta la actualidad, no puede ser que, a estas alturas, la solución sea comprar tanques o armarse. Alguna capacidad de neutralizar al adversario violento tendría que haber. Tampoco quiero pontificar. Sí me gustaría que hiciésemos una reflexión a propósito de a quién autorizamos para que nos represente», exponía. Y no miraba a otro lado. «Lo difícil de verdad es encontrar inocentes del todo. Todos tenemos una responsabilidad por acción o por omisión. La culpa no la tiene siempre el otro», remataba.