Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Entre 1992 y 1998, el bigote de Paco Lobatón se hizo famoso por afrontar en directo casos variopintos en los que la pérdida de alguien era el común denominador. '¿Quién sabe dónde?' creó escuela y el morbo fue apoderándose de sus secuelas, ... dinamitando así un formato que se inició como servicio público tan efectivo que llegó a solucionar el 70 por ciento de sus misterios. Quienes entonces se apuntaron al carro, prostituyendo la idea inicial en pos de la audiencia, acabaron abrasando un género que lo tuvo difícil para recuperar la dignidad. Dos décadas después, esta vez detrás de las cámaras, Lobatón regresa con ‘Desaparecidos’, una suerte de continuación de aquel mítico espacio que pretende retomar el proyecto inicial siguiendo tres premisas: investigación rigurosa, servicio público y precaución con las emociones. La esencia es la misma que hace 20 años, pero no huele a rancio, la vigencia es absoluta. Y en su estreno hallamos reportajes, entrevistas, localizaciones y todo un despliegue de información que solicita la colaboración ciudadana y utiliza recursos innovadores. Ya le habría gustado a su director poder contar con las nuevas tecnologías y las mil y una ventanas que hoy posibilitan encontrar al más perdido. Y es que el 'Gran hermano' (y la referencia es a Orwell, que no al reality) ha llegado.
En su puesta de largo, 'Desaparecidos' trazó sus líneas maestras abordando casos como el de Caroline Del Valle, una niña de 14 años en paradero desconocido desde la madrugada del sábado 14 de marzo de 2015. Su madre denunció que «hay casos de primera, de segunda y de tercera, y el de mi hija es de tercera». En el programa se pusieron a su disposición y prometieron continuar la investigación. Llamadas en directo (la gran baza del espacio es su inmediatez), multitud de sucesos y charlas cuidadas y evitando retorcer la realidad jalonaron la velada. La noticia del fotoperiodista vitoriano Borja Lázaro, desaparecido en Colombia hace cuatro años, también tuvo su momento. El joven fue visto por última vez en La Guajira, una zona del norte oriental del país, territorio peligroso por la presencia de narcotraficantes y paramilitares. Su madre, presente en el plató, no 'tira la toalla' pese al tiempo transcurrido y la reportera Maite Carrasco, especialista en búsqueda internacional, ha viajado al lugar de la desaparición para investigar sobre el terreno, pieza que podrá verse la semana que viene, aunque ya anunciaron que «La Guajira es un mal lugar para buscar respuestas». Se han manejado varias hipótesis, pero lo cierto es que hasta el momento no hay ninguna pista sobre el joven vasco.
El padre de Diana Quer, Juan Carlos Quer, también visitó TVE donde departió calmadamente con Lobatón, que se reservó el momento demostrando el por qué de su prestigio como periodista. «Me duele ver la imagen de la nave (donde encontraron el cadáver de su hija) y prefiero quedarme con la imagen de ese pueblo tan bonito y de esa gente tan hospitalaria», comenzó el invitado que no dudó en denunciar que así como algunos medios de comunicación ayudaron a difundir la noticia, «otros no respetaron los derechos de Diana y dieron una imagen banal de ella que no se corresponde con la realidad», explicó. Y puso un ejemplo claro para apuntalar su acusación: «Yo no quise ver el cuerpo de mi hija y me negué a que mi ex mujer y mi hija lo vieran, y al día siguiente me lo encontré en la portada de un periódico».
Quer abogó también por no derogar la prisión permanente revisable. «Necesito entender que la muerte de mi hija sirve para algo», argumentó rogando a los espectadores que empatizasen con los casos que se estaban narrando en el programa. «Mi hija me dice desde el cielo que hay que ayudar a otras personas y protegerlas de psicópatas y asesinos a los que ponen en libertad», sentenció. Esa empatía es otro de los alicientes del formato, ya que desde el sofá de casa cualquier televidente puede pensar que lo que está viendo puede sucederle a él.
Respeto y continuidad en los casos son dos de los conceptos que destaca el director del programa: «Es una oportunidad para las familias de los desaparecidos. Queremos dar un trato equitativo a todas las que viven en ese trance, sin añadir dolor ni interferir en la investigación», señala. Silvia Intxaurrondo, la presentadora, hace hincapié en las múltiples posibilidades que proporciona la actualidad. «Usaremos el lenguaje del siglo XXI para pedir la colaboración de los espectadores, buscamos la implicación absoluta del televidente. Sobre todo en las búsquedas rápidas que pueden salvar vidas», sostiene la periodista vasca. Lo mejor del estreno fue comprobar que no hay miedo a llevar un ritmo tranquilo, sin sonidos efectistas o imágenes morbosas. Hay quien dirá que la audiencia del siglo XXI no está acostumbrada hoy a ese compás… Merecerá la pena comprobarlo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.