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Con el documental de Netflix sobre el asesinato de Rocío Wanninkhof me sucedió como con el que esta misma plataforma realizó sobre el crimen de Alcàsser, que no entendí su finalidad, a no ser que su interés fuese ahondar de nuevo en el morbo mediático ... pero varias décadas después. Produce sonrojo observar el juicio paralelo que sufrió Dolores Vázquez, cuando fue acusada sin pruebas de haber acabado con la vida de la joven. Y con la tele amplificando el mensaje. Entonces era Margarita Landi la que se lanzaba a dictar veredicto -antes de que siquiera se hubiese celebrado el juicio- en el programa que presentaba Manuel Giménez en TVE. Hoy podría ser cualquiera de los que pueblan los magacines matinales, que continúan al acecho de este tipo de sucesos.
Más allá del tratamiento de los medios -que, repito, no ha variado demasiado- ninguno de los dos trabajos aporta mucho más. En el de las niñas de la localidad valenciana se intentó mostrar una perspectiva de género, pero sin demasiada convicción. En el de la muchacha de Mijas se incluye el testimonio de Beatriz Gimeno, autora de 'La construcción de la lesbiana perversa', pero aun así el filme queda flojo. Tal vez porque no se cuenta cómo ha sido la evolución en los últimos años o porque no se da voz a las que fueron protagonistas de aquella triste historia. Ahora HBO anuncia una nueva serie en la que Vázquez hablará por primera vez en 20 años de lo ocurrido, del modo en que afectó a su vida y de cómo siguió adelante. Conoceremos la versión de la víctima, que en estas circunstancias -al igual que en el protagonizado por Nevenka- son las que verdaderamente pueden ofrecer una visión diferenciadora. Han necesitado tiempo y un entorno seguro para romper su silencio.
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