Le ocurren tantas desgracias al protagonista de 'La innegable verdad' que al final te tienes que reír. Mark Ruffalo ha obtenido el Globo de Oro al mejor actor de miniserie por esta producción de HBO en seis capítulos de una hora en la que interpreta ... a dos hermanos gemelos. Gracias a la magia de los efectos digitales podemos ver al protagonista compartir plano con un hermano esquizofrénico al que quiere con locura, pero que también le hace la vida imposible. En la primera secuencia, el Mark Ruffalo desequilibrado llega a una biblioteca pública, se sienta y se amputa la mano con un machete como un sacrificio a Dios para parar la Guerra del Golfo (la serie está ambientada a principios de los 90). Y de ahí para arriba.

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Traumas por una infancia infeliz, padres castradores, bebés muertos, infelicidad conyugal, herencias familiares malditas... 'La innegable verdad' aparece como una purga emocional que lleva al paroxismo algo tan americano como la figura del 'loser', el perdedor que pudo ser y no fue. Su héroe pasó por la universidad y tuvo una familia, pero ahora trabaja como pintor de brocha gorda y está solo a cargo de un hermano, como si fuera la carga que Dios le ha puesto sobre sus hombros.

El tono de la novela de Wally Lamb en la que se basa recuerda en cierta manera a los libros de John Irving, un maestro a la hora de combinar lo dramático y lo excéntrico. Sin embargo, la serie carece del humor del autor de 'El mundo según Garp'. El enganche llega cuando aceptas que el protagonista es un imán de desgracias y que el tono de gravedad y trascendencia que el director Derek Cianfrance imprime a la serie no tendrá ningún bálsamo, más allá de la avasalladora colección de canciones de una banda sonora repleta de buen soul.

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