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JOSEBA FIESTRAS
Jueves, 22 de octubre 2020, 07:22
«En cuanto a la comida no nos entendemos», empezó diciendo Pablo Motos. Y David De Jorge no se cortó: «¿Cómo vamos a entendernos si eres un puto raro?», exclamó con sorna. Y la conversación derivó en una cómica batalla sobre si poner cebolla ... o no a la tortilla de patatas. 'El Hormiguero' recibía al chef vasco que comenzó provocando al presentador. «Los mejores arroces los hacen los alicantinos, no los valencianos», atacó con guasa. Y fueron Trancas y Barrancas las que respondieron al cocinero: «Y el marmitaco lo hacen mejor en Zaragoza que en el País Vasco».
De Jorge derrochó talento y buen humor en la entrevista en la que no dudó en contar que llegó a pesar 267 kilos, «y me daba igual morirme», apuntó. «He adelgazado 140 kilos con mucha ayuda médica, de mi familia y de mi entorno», narraba. «No sabía ni cómo bajarme de la cama», explicaba el experto en fogones. Con mucho esfuerzo y sacrificio, David logró bajar peso y luego tuvo que operarse para que le quitaran la piel sobrante. «Tengo un amigo en Ubrique al que le reté para que hiciera carteras con mi piel», bromeaba simpático al tiempo que reconocía que aquella intervención, «fue la más dura».
«Intento ser lo más finolis posible, pero llevo un gordo dentro», se excusaba el maestro de sabores en cuya boda los anillos venían envueltos en tortilla de patatas. «Me encanta la cocina creativa, pero no todo el mundo puede jugar en esa liga», opinaba definiéndose a sí mismo como «el mejor cocinero mediocre de España». Humilde y salpicando cada una de sus intervenciones con arte y salero, el experto en gastronomía también quiso reivindicar el papel de la restauración en la actualidad. «En estos momentos tan difíciles se lo que supone defender un negocio porque es un esfuerzo muy jodido. Pones todo el empeño y te arruinas. Pero venimos de un empacho en el que todo valía y, ahora mismo, esta historia (la pandemia) creo que nos está poniendo un poco en nuestro sitio. A ver si recuperamos esas ganas de vivir y disfrutar sin gilipolleces», demandó David de Jorge.
El chef guipuzcoano también se acordó de su amigo y mentor Martín Berasategui. «En su restaurante pasan muchas cosas. Una vez vino una persona cuya última voluntad era comer allí», desvelaba. Y a continuación reclamaba la cocina de antaño. «Comer una tortilla de despojos de pollo es una gozada. Yo entiendo que ahora el mundo es de los que hacen crossfit y de lilas mentales, los blandengues, los pasteurizados y esas cosas, pero cuando había hambre en el mundo la gente comía esas cosas», sostenía.
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