«Contar crímenes abre la puerta para colarse en la maldad de nuestra vida»

- ¿A usted por qué le gusta matar, aunque sea en la ficción?

- La muerte, el castigo, el crimen, como sociólogo que soy, son aspectos presentes en todas las sociedades y que explican mucho de ellas. Yo imprimo en mis novelas todo ese aspecto sombrío, el negativo de la vida deseada y feliz. Hablo de la paranoia, la locura y el asesinato, lo que también es una manera de estudiar el alma humana. Dicen que cuando vas a una ciudad desconocida lo mejor es visitarla de noche, que es cuando la descubres de verdad. Los siete pecados capitales nos pueden guiar por estos defectos del comportamiento.

- Ha triunfado con la 'Trilogía de Illumbe' de la que acaba de publicar 'Entre los muertos', su última entrega. ¿Cómo despuntar en un mercado tan concurrido y complicado?

- No tengo la respuesta y creo que nadie la tiene. Lo que puedo decir es que yo siempre me he regido por un principio, que mis historias sean espontáneas, entretenidas, que tengan un punto de originalidad y cordura, de romper con muchos lugares comunes. Intento ofrecer frescura, una vuelta de rosca y agilidad en el texto.

- Los protagonistas de la televisión suelen basarse en personajes de novelas. Usted hace el camino inverso.

- La televisión siempre me ha dado reparo, pero tenía el impulso de probar y aprender su lenguaje conciso y directo. Hay mucha gente que trabaja en el medio y otros que no, pero a los que se les plantea la oportunidad. Los libros es un negocio de venta de copias que perdura frente a lo que ha ocurrido con la música, por ejemplo, y me parece maravilloso que sobreviva y que cada vez haya más lectores que han encontrado entre sus páginas la alternativa al exceso de pantallismo.

- ¿Cuál es el atractivo del 'true crime', el relato de crímenes reales?

- Los seres humanos tenemos una atracción innata por estos temas. Antiguamente se hablaba de la muerte, había unas pautas, pero ese universo se ha enterrado. Hoy todo es muy blanco, no hay malos en los dibujos animados, pero los humanos sabemos que existe otra parte, que existen los monstruos. El 'true crime' es la puerta para colarse en la maldad de nuestra existencia.

- El espectador está acostumbrado a thrillers donde móviles y culpables quedan meridianamente definidos. Eso no ocurre siempre en este tipo de 'docureality'.

- Lo que te das cuenta a través de estas historias es que los criminales están muy lejos de ser perfectos. En mis novelas pienso mucho en la imperfección y aquí hablamos de crímenes mundanos y pasionales, escenarios en los que se toma una decisión precipitada, se ejerce una violencia desmedida y quedan numerosas pruebas. Sólo es cuestión de tiempo y dedicación que se encuentre al autor. En otros, cuando los criminales son más maquiavélicos, la capacidad tecnológica de la Policía y sus sofisticados métodos conducen al esclarecimiento.

- ¿Qué vamos a encontrar en 'Los siete pecados capitales'?

- Es un buen intento por explicar los impulsos hacia el mal. Nosotros hilvanamos un pecado con un tipo de crimen. Por ejemplo, sorprendentemente, a los asesinos en serie los asociamos con la pereza, y a la gula con el narcotráfico rural. No hay reconstrucciones de los sucesos, vamos a las escenas de los hechos y hablamos con la gente que estuvo allí, entrevistamos a los protagonistas y expertos. Cada capítulo presenta uno o dos casos interconectados con la premisa de que el asesino, la víctima o el escenario han de ser vascos.

- ¿Hay una reflexión después de analizar el hecho de matar?

-No hay una gran moralina en todo esto. Se producen tragedias sin razones y no existen finales felices en los crímenes. Lo que sí vemos es que por cada tipo de villano hay individuos que dan su vida por atrapar al culpable y ayudar a una víctima. Hemos hablado, por ejemplo, con Blanca Estrella, fundadora de la Asociación Clara Campoamor y que ha luchado por conseguir justicia en los casos de violación. Nos parece toda una heroína.

- ¿Los vascos matamos diferente?

- Como todo el mundo. Aquí quizás no ha habido la misma repercusión mediática porque había otros mundos, no se ponía tanto el acento en criminales de baja estofa cuando estábamos en otro conflicto. En España, está el periódico 'El Caso' y hubo una serie famosa, 'La huella del crimen'.

- ¿Se asesina diferente en la ciudad y el campo?

- Sí, la criminología tiene una rama, la denominada ambiental, que dice que un determinado ambiente induce a un determinado tipo de crimen. En el entorno urbano las redes sociales han impulsado nuevas formas delictivas, pero, claro, resulta difícil esconder un cadáver en un piso, mientras que en el medio rural, si tienes una huerta, no hay problema.

- ¿Cuál es su rol en la serie?

- Soy un conductor, la palanca narrativa es mi curiosidad por investigar. Yo hablo con los expertos, desde miembros de la Policía científica a la psicólogos forenses. Habrá crímenes truculentos y otros con un perfil más social, relacionados con la homofobia o el maltrato a la mujer.

- ¿Hay un pecado que incite más a la violencia?

- El capítulo de la ira es el que más me ha hecho reflexionar, a preguntarme dónde surge, cómo odias a gente que no conoces y por qué.