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A.M.
Martes, 23 de enero 2024, 08:37
Carlos Sobera se marchó de Montenegro con buen sabor de boca, pero las primeras horas de la aventura fueron realmente complicadas para el vizcaíno. Jesús Calleja y su mujer Patricia le prepararon una encerrona tras otra. Nada más llegar, el aventurero le subió a un teleférico que les llevaría a un monasterio ubicado a 1.600 metros de altura. Sobera rogó hacer la subida a pie, pero Calleja se negó. Conocía el vértigo que sufre el vizcaíno y su único objetivo fue que superase sus miedos.
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Pero no fue nada fácil. Nada más subirse al teleférico a Sobera se le cambió el rostro. Desapareció el presentador afable de la televisión y apareció un hombre serio que lanzaba groserías por minuto. Calleja se quedó alucinando. «Su puta madre... solo digo tacos solo cuando tengo que...», confesaba antes de quedarse paralizado por el ruído que hizo la cabina al pasar por un poste del teleférico.
Empezamos fuerte con @carlos_sobera 💥
— Planeta Calleja (@Planeta_Calleja) January 22, 2024
🌍 #CallejaSobera
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El aventurero se lo estaba pasando en grande y decidió provocar a Sobera. Le habló de la muerte, de los accidentes que se producen en los teleféricos... hasta que el vizcaíno estalló: «¡¿Por qué no callas?! ¡Que te calles!». Pero Calleja seguía con la provocación. «¿Oye no quieres levantarte y disfrutar de las vistas? Mira muévete un poquito». Sobera resoplaba. «Pensáis que está haciendo teatro pero es que no. Sabíamos que tiene miedo a las alturas», contaba el aventurero.
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La subida se le hizo larga a Carlos Sobera. Aún le quedaban por soportar un par de provocaciones más. «¡Mira para abajo! No nos salimos de la recta. Aquí lo bueno es que si nos caemos hay cosas debajo. La ingeniería aquí trabajó bien», le contaba Calleja. Sobera, que no daba crédito con la encerrona, le echó un rapapolvo: . «Eres un puñetero provocador. No quiero ver nada. No voy ni a ver el programa cuando lo emitas. No te muevas. Solo te pido por tu padre que pares. Me voy a acordar de esto toda mi vida».
Finalmente, ambos llegaron a la meta y Sobera lo hizo feliz a pesar de la «putada» que le había preparado Calleja. Disfrutó de las vistas desde el monasterio y le lanzó una última advertencia al aventurero: «Otro te hubiese soltado un mamporro».
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